Foto de Ángel Muñoz

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Lo que nos envuelve

Foto de Rafa Martín

Mañana jueves se inaugura en el Puerto de la Cruz (Tenerife) el SILA (Salón del Libro Africano), unido al Encuentro de Editores de Canarias. Voy a participar en un debate, que se celebra el domingo, sobre el tema Lo que nos rodea, con Joaquin Arena, Roman Simic, Dina Salústio, José Antonio López Hidalgo y Elica Ramos. La cuestión es reflexionar sobre si nuestro entorno influye en la naturaleza de nuestros escritos. Aunque siempre me han rechinado las teorías ambientalistas, por su determinismo, no vamos a negar que la poesía y la prosa se impregna del aroma que respiramos, del suelo que pisamos y del paisaje que se nos va robando. Me gustará saber cómo se desgastan las suelas del zapato en Cabo Verde, Lisboa, Zagreb o La Palma. Me gustará mirar desde mi casa con la mayor extrañeza posible y que me siga sorprendiendo el panorama.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Kebran, saboreando a mis mujeres



Kebran, desde su blog del mismo nombre, recomienda mi libro con cariño y de la misma forma yo se lo agradezco.
Esto es lo que dice:

Delicioso libro de relatos, editado por BAILE DEL SOL. Un total de 17 cuentos, muchos de ellos con un nexo común: la comida. Yo, que me gano la vida cocinando, he gozado con este libro, con casi todos sus relatos, en especial con el último SABOR, en la que se nos presenta a Margarita que posee un extraodinario don, muy parecido al del Grenouille de El Perfume. Para saber cual es, tendrás que comprarte el libro. Libro delicia, ya os lo digo yo. Y repleto de sabiduría femenina.

viernes, 18 de septiembre de 2009

Sandalias


Ahora me han hecho herida unas sandalias viejas.


¿Cómo puede hacer daño algo a lo que se supone que ya deberías estar acostumbrado?

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(Poema de Nada para cenar, LFC Ediciones, 2006)

(La foto la tomé en el metro de Londres, en agosto 2009)

martes, 15 de septiembre de 2009

La osadía rehabilitada

Me desmiento en el sentido más básico y primario. Me desquito a medida que mi cuerpo se acerca a una estación de ires y venires. Hay tantos ojos entonces que cruzan como vértigos y se disipan sin tiempo para sorber su esencia.

Camino al compás de alguna música, impropia, adoptada como banda sonora para mover el culo. Repaso lo que escribo con doble trazo para que no me olvide de la lección desaprendida. Así se vive al borde de una ventana abierta a cualquier lado, alejada de todas las especialidades, sin papeles ni firmas que me avalen. Me limito o me arriesgo saltando entre vagones, intentado que no se cuele el pie entre las bisagras y me muerda algún dolor hambriento. Carne sin un cañón que dé protagonismo a mis noches de insomnio. Observo cómo brotan pompas de sangre y de jabón de lo invisible y ni siquiera escuecen, o no tanto. Me excita conspirar así con la impalabra.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Insípida sopa de letras


En las plantas de los pies, decepcionadas,

o en el centro del hueso de la rótula.

Puede que estén en los ovarios, inflamándolos,

cortándome la digestión entre los intestinos y el estómago

por falta de emancipación, de arrojo.

Tal vez se hayan quedado en la garganta

meciendo mi estulticia colgadas de la campanilla,

creciendo como un abceso,

como una manifestación de pudrimiento.

Hay algo orgánico

en esta invalidez

que no suelta palabras

como forma de alivio.

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(Foto y objeto de la foto: Jorge Gallego Lara)

domingo, 6 de septiembre de 2009

Amnesia Global Transitoria


Ya se sabe, a cualquiera le puede pasar cualquier cosa. Esto lo aprendí hace años en el lenguaje perdido de las grúas pero es algo que nunca termina de aprenderse. Y así, de repente, un día como otro cualquiera, haces una llamada telefónica de rutina, para ver qué tal va todo, esperando que, como siempre, vaya todo bien y, entonces, resulta que los relojes se han licuado, que todo se desbarata, que el susto se te sube a la garganta y tienes que marcar el 112.
Entonces sí, entonces recuerdas que es verdad, que a cualquiera le puede pasar cualquier cosa.
Dice mi amigo David que lo que le ha pasado a mi madre bien podría ser el argumento de un episodio de House, pero da mucho más miedo cuando la tele está apagada.
Ella ya está en casa y espero que el capítulo, definitivamente terminado.