Foto de Ángel Muñoz

jueves, 29 de septiembre de 2011

Latigazo cerebral


Esta crítica del poemario No estoy limpia, en la revista Qué leer dice cosas hermosas sobre mis versos.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Zapatos inestables

Simplifica, me dices, y me lo dices justo ahora, en este momento en el que nada me resulta tan simple ni susceptible de ser simplificado. Y acudo a un espacio remoto en el que las fracciones se iban dividiendo, se iban reduciendo al mínimo, a un mínimo que resultaba equivalente pero que se dejaba manejar mejor. Seguramente sí, seguramente no te falta razón pero mi mente está barroca, los ácidos de esta raíz se esconden en pliegues desconocidos, rellenan los intersicios del cerebro provocando dolor y pesadumbre, malos estares y malos despertares, verbos improcedentes y rabotazos a destiempo.
Hoy me he calzado con esos zapatos que me hacen inestable, que rilan las rodillas y enfrían las manos sudorosas. Simplifica, me dices, y ojalá encontrase la fórmula adecuada para esta operación.

(Debería tirar estos zapatos pero me encantan porque transportan alas de mariposa, me hacen caminar al borde del abismo y, por otra parte, si mal no recuerdo, me costaron un dineral).

martes, 13 de septiembre de 2011

La anestesia es líquida


Un, dos, tres, cuatro, respirar. Un, dos, tres, cuatro, respirar. Dentro del agua, el silencio, las piernas ajenas y sus incógnitas. Un, dos, tres, cuatro, respirar. Un, dos, tres, cuatro, respirar. Sumergirse. Un largo, otro, otro más. Cero, pensamiento cero, ingravidez, alivio, cuánto alivio. La anestesia líquida, aquí no duele, no se nota el gran peso. Un largo más, agotar todo el aire de los pulmones ahí abajo, ver el oxígeno brotando en pompas, pompas de abatimiento que se escapan de mí, que se elevan, se alejan. Un, dos, tres, cuatro, respirar. Un, dos, tres, cuatro respirar. Un poco más de rapidez, los pies bullen la superficie, las manos se abren hueco, se hunden, recogen, salen, entregan al vacío el olor a hospital, a oficina, limpian los restos penosos del dolor, de su prolongación, cicatriza la herida del puñal en la espalda. Un, dos, tres, cuatro, respirar. Un, dos, tres, cuatro, respirar. Todo es liviano, fácil, todo es nada, nadar. 

lunes, 5 de septiembre de 2011

Espero saber qué

Me despiertan las pelusas en la boca del estómago y de nada sirve una ducha ni el rumor de las olas ni el teléfono que no trae malas nuevas ni el recuerdo de tus labios frescos ni haber podido, un mes más, hacer frente a los pagos del alquiler, del seguro del coche. Del sillón a la cama a un ordenador a otro a los libros a las letras que devoro como oráculos, buscando las respuestas sin tener todavía las preguntas. Este septiembre que empieza en día 5, en esta casa que es tan mía como me atreva. Entre los dedos de los pies cables finísimos que me mantienen en un equilibrio de náusea de imposibilidad de planes con dos o tres o una cosa clara tal vez una tal vez o ninguna. Esperando saber qué. En sus manos en las tuyas en las mías o del todo suelta del todo ajena del todo inquieta y desasosegada pendiente de un reloj sin números y sin manillas. El aire que retienen las ventanas cerradas las puertas cerradas. Me despiertan las pelusas en la boca del estómago y de nada sirve recordar que ayer mismo era todo distinto y mejor.