Foto de Ángel Muñoz

martes, 31 de mayo de 2011

Mayo SOLeado


Este es el último día de un mes de Mayo glorioso.
Lo he repetido varias veces a lo largo de las últimas semanas, tengo la sensación física de estar experimentando algo maravilloso e irrepetible.
Movimiento, zarandeo, despertar.
Hace muy poco eran tan sólo conversaciones en el café, en la barra del bar, preguntas directas a la conciencia, patadas en la espinilla de la inmovilidad propia. ¿Por qué no hacemos algo?, me preguntaba, les preguntaba, os preguntaba, nos preguntábamos. Luego llegó el 15-M, lo miré con algo de escepticismo y a muy alta velocidad porque en esos momento volvía de Córdoba en el AVE. Lo cierto es que de allí traía un impulso bonito de posibilidad pero no sabía quiénes, cómo ni qué.
Laboralmente me encuentro ahora en un momento crítico, es muy probable que esté acercándome a una metamorfosis forzosa. 
Coincidiendo misteriosamente con esto -y tirando de mí hasta el lado contrario del temor- la convulsión de la plaza, el Sol de este Mayo que llega justo hasta mi balcón y me arrastra y me sienta en el suelo porque esto era lo que estábamos esperando y hay que salir a pensar, a estrujarnos los sesos y el corazón, a escribir y hablar y mover las manos y actuar. 
Es el momento y tenemos la suerte de poder, de estar aquí ahora.
Orgullosa de esta agitación, no le pongo peros ni exijo resultados.
Esto ya está ocurriendo y estar sentados en la plaza ya nos aleja de revolcarnos en suelos enfangados.
Doy las gracias a Mayo por este SOL vibrante que nos ha dado impulso. 

lunes, 23 de mayo de 2011

Esta tarde, os convoco, que hace falta calor y poesía

Esta tarde presento mi nuevo poemario "No estoy limpia", junto a Elvira Rebollo que hará lo propio con su "Loca Noivelife. El escritor Carlos Salem será el que nos invite a
bailar con estas dos novedades de 
Baile del Sol.
Os convoco al amor de la literatura. Hoy más que nunca hace falta calor y poesía.

Inma Luna y Elvira Rebollo
Lunes 23 de mayo de 2011 a las 20:00 horas
Colectivo La Latina, calle de Luciente, 7, Madrid

martes, 17 de mayo de 2011

Homenaje a las Brigadas Internacionales



Hoy martes, 17 de mayo a las 19:30, en el Ateneo de Madrid (calle Prado 21), tendrá lugar un recital de Poemas en Homenaje a las Brigadas Internacionales. Esta velada poética anticipa los actos de homenaje que en octubre de este año se celebrarán con motivo del 75º aniversario de su creación.


Presentan el acto:
  • Francisco Redondo. Agrupación Ateneísta Juan Negrín.
  • Severiano Montero. Presidente de la Asociación de Amigos de las Brigadas Internacionales.
  • Marcos Ana. Poeta, ex-preso político y presidente de honor de la AABI.
  • Ana Pérez Cañamares. Coordinadora del homenaje.
Participan más de cuarenta poetas, principalmente madrileños, que leerán poemas propios o de algún autor conocido. Al final del recital el Grupo Con Trastes, compuesto por José Manuel Noriega y Jorge García, interpretará algunos poemas musicados.

Participan:



- Carlos Salem

- Mª Ángeles Fernández Jordán 

 - Ángel Guinda 
 
- Abel Aparicio
 
- Esther Lapeña
 
- Nial Binns 
- Ana Aneiros 
 
- Ricardo Bórnez 
 
- Óscar Curieses
 
- Matías Escalera Cordero 
 
- Gonzalo Escarpa
 
- Sonia Fides 
 
- Sebastián Fiorilli 
 
- Patty de Frutos
 
- ERnesto García López 
 
- Alberto García-Teresa 
 
- Gabriel González 
 
- José Miguel González y Ana Gutiérrez 
 
- Ángel González González
 
- Roxana Popelka 
 
- Arturo Ledrado 
 
- Inma Luna 
 
- Francisco David Murillo Zamorano
 
- José Naveiras
 
- Mirta Núñez
 
- Lara Osorio
 
- Miguel Pastrana de Almeida
 
- Olaia Pazos
 
- María Luisa de la Peña 
 
- Ángel Petisme 
 
- Pepe Ramos
 
- Lucas Rodríguez Luis
 
- Nuria Rovira
 
- Juan Soros 
 
- Marcus Versus
 
- Antonio Díez
 
- Jesús Urceloy (en duda)
 
- Grupo Con Trastes
 

lunes, 16 de mayo de 2011

La Casa Azul, los corazones rojos



Lo advertí por la mañana: un rayo de luz me había echado el lazo y tiraba de mí con rumbo sur. 
Córdoba, blanca y azul, me mimetiza al instante. 
Geranio, hortensia, limonero. 
Reja, abanico, patio.
Luz. 
Azul. 
Luz. 
Blanco. 
Luz. 
La gente. 
La gente con luz de La Casa Azul. 
Lectura hermosa con Ángel Calle. Deseos de conversación. Conversación de deseos. 
Deseos. 
El fin de semana se borda en el agua. El flamenco sabe a salmorejo. Gente viva. 
Descubrimientos que huelen a siesta y son como caricias leves y en el alma. Ya nadie lleva reloj. 
Aprendo, aprendo por todos los sentidos y me entra la alegría de saber que hay otra manera, que habiendo gente así tiene que haberla. 
La libertad está en un cuenco de arroz con verduritas, está en sentarse al sol en los mosaicos de colores, contar lo que se es y no lo que se tiene, caminar con muy poquito peso, los pies descalzos, besar el dulzor de los guisantes frescos.


Vivir así, como si se pudiera.

jueves, 12 de mayo de 2011

Tardes de mesa camilla



En materia de sentimientos, sentimientos con nombre, nunca he alcanzado grandes convicciones. Me refiero a saber con determinación en qué consisten “cosas” como el amor o la amistad.  Ésta última, generalmente carente de la emoción pasional indicadora, se me ha mostrado como “algo”, si cabe, más difuso. ¿Quién es un amigo?, ¿de quién soy amiga yo?, ¿cómo se mide una amistad?, ¿cuándo se entra en esa categoría?, ¿cuándo se acaba por salir de ella?... Ni idea.
El problema reside, como casi siempre, en la necesidad que tenemos de poner etiquetas a las cosas, de clasificarlas en el compartimento adecuado, que casi nunca es.
Da igual.
Un día, una tarde, lo sabes. Piensas: esto es.
Primero te sientas en un patio, compartes una cerveza a deshora, te ríes, lloriqueas, compartes el miedo, las hierbas que te crecen en la cabeza, la desorientación, todo un aperitivo para ir animando la espuma de almas que se encuentran, almas que están disponibles.
Y de un alma disponible, sin abismo por medio, a un alma bordada. En un café esta vez, con un café. Emoción al límite después de tanto tiempo que parece nada. Más confidencias, como galletas, como pequeños bombones medio amargos, medio huecos, medio rellenos. Coincidencias cósmicas, no hay otra explicación. Mismas dudas, cargas, rupturas, renacimientos, re-conocimientos. Le compro la falda que, si supiera, habría cosido yo, soñado yo.
¿Qué es la amistad?
Estas dos tardes.

domingo, 8 de mayo de 2011

Esta arena no es reflectante


Entre el oído y la garganta
               granos de arena
                                   no el faro
                                   no la luminosidad del sol
el nácar
intenta
reparar
el caparazón
                    dañado
      

La mujer no es un cuento

Gracias al hermoso poema de Sofía Castañón escribí este relato que ha ganado el Primer Premio del certamen de cuentos por la igualdad "La mujer no es un cuento".


Ejercicio práctico: Documento de Word
Esto es un documento de Word. Luego, cuando termine de escribirlo, María me enseñará a colocarlo en dos columnas y, más adelante, me ha dicho que podré incluir una imagen. Pondré la de Sofía, una foto que me dio no hace mucho: Sofía con un libro, volcada sobre él, con sus rizos flotando encima de las letras.
Nunca se sabe por dónde va a entrar la luz. Yo intuía que su pelo naranja podía contener chispas encendidas, podía imaginarlo. De pequeña tenía mucha imaginación pero me la cortaron de cuajo. En mi casa se primaba la capacidad práctica. Mi padre nos enseñó a mi hermano y a mí que lo importante en esta vida era lo que se hacía con las manos, lo que las curtía: trabajar la tierra, lavar la ropa, ordeñar las vacas, limpiar las porquerizas, cortar la leña, embutir la carne…, nada de ponerse a soñar, nada de aprender a leer…, bueno, en eso mi hermano tuvo más suerte. Como era el varón de la casa, le dejaron ir a la escuela hasta los 12 años, aunque a la vuelta del colegio tenía que trabajar como el que más. Éramos pocos de familia para sacar adelante toda la faena. Cuando nací, mi madre cogió una infección en el parto y ya no pudo tener más hijos. Sé que mi padre nunca se lo perdonó, lo repetía muchas veces: “no creo que sea tan difícil, mujer, no creo, si todas lo hacen ¿por qué tú no?, ¿tan delicada eres?”. Incluso yo me sentía culpable de aquella desgracia.
Ahora María nos está enseñando cómo encontrar en Internet fotos de nuestros pueblos. He visto el mío y me ha vuelto a la nariz el olor a tomillo y a hinojo que inundaba el camino hasta la plaza pero también, al ver las imágenes, me he dado cuenta de qué pocos momentos de felicidad me permitieron, me permití, durante todos los años que pasé allí, y que han supuesto la mayor parte de mi vida.
María dice que escribamos lo que queramos y para mí es una experiencia nueva, tan nueva que me da miedo. Nunca he escrito lo que pensaba, nunca he sabido lo que realmente pensaba. Me doy cuenta ahora, cuando quizá es demasiado tarde. No me atreví a pensar cuando mi padre me dijo que me casara con Miguel, un buen chico, hijo de unos vecinos, algo mayor que yo. ¿Qué podía pensar?, ¿qué podía decir? No tenía ningún motivo para no casarme con él como tampoco lo tenía para casarme. No pensé tampoco si quería tener hijos, eso iba incluido en el lote. Tuve tres, uno murió poco después de nacer. Le bautizaron el mismo día que lo enterrábamos y yo no tuve fuerzas para llorarlo porque lo único en lo que pensaba era en salir corriendo de allí, correr hacia cualquier parte, correr sin parar. Pero no lo hice. No corrí entonces y no lo he hecho nunca. Seguí allí, manteniendo el gesto, fingiendo el ánimo. También me mantuve cuando Miguel murió unos años después, cuando se marchó de mi lado con el mismo silencio hosco con el que habíamos convivido.
Crié a mis hijos yo sola y cuando ellos se vinieron a la ciudad, sin dejar nada atrás, me vine con ellos. Tampoco me esperaba encontrar nada aquí hasta que llegó Sofía, Sofía mi nieta poeta, mi niña hermosa y lista que me ha ido enseñando que se puede vivir de otra manera. Desde el principio supe que entre nosotras existía un vínculo especial, ella me miraba de otro modo, como ni mis padres ni mis hijos habían sabido mirarme. De niña, yo me ocupaba de llevarla al colegio, pasábamos la tarde juntas, merendando, jugando, inventando historias. Yo le contaba todo lo que se me ocurría, le hablaba de mí como si hubiera sido una aventurera, Sofía abría mucho los ojos y la boca y me acompañaba a recorrer ese mundo imaginario que construía con su ayuda.
Cuando creció seguimos compartiendo secretos. Ella me hacía sentirme diferente, mucho más auténtica de lo que me había sentido jamás. Entonces a mi nieta se le ocurrió una idea maravillosa que a mí, si he de ser sincera, me pareció una auténtica locura.
Me apuntó a clases de alfabetización, aprendí a leer y con la lectura aprendí a volar. En los libros no sólo encontré vidas apasionantes, como las que yo había imaginado, sino que encontré una parte de mí que no sabía que existía, una parte vital, rebelde, una mujer que en la etapa final de su vida se da cuenta de que aún le quedan ganas de comerse el mundo.
Luego llegó la hora de Internet. Estaba decidida a hacerlo, a enfrentarme a otro emocionante reto, estaba decidida hasta que… hasta que me miré las manos y las vi tan estropeadas, tan arrugadas, tan holladas por el trabajo, el frío, el tiempo…, el miedo. Me avergoncé de que mis compañeros pudieran verlas sobre el teclado. Entonces, llorando de rabia, rompí en pedazos la solicitud y, al día siguiente, Sofía, mi Sofía, me escribió estos versos:
“Ahora,  mi abuela, esconde las manos / y no se atreve a tocar el teclado del ordenador. Y yo, tan lejos como sigo estando de mí misma, / no le digo que esas manos / me hicieron creer en la vida tantas veces, / no le digo que esas son las manos / más hermosas que jamás tocaron / la tierra”.  Sofía.
María me enseña a poner en cursiva los versos de mi nieta.
Ahora estoy terminando mi ejercicio. Estoy acabando de escribir mi primer documento de Word y creo que este final, a pesar de todo, a pesar del tiempo perdido, no es más que un principio, el principio de la nueva vida de una internauta de hermosas manos viejas.