Foto de Ángel Muñoz

sábado, 12 de diciembre de 2015

Secretos de la tierra




La tierra tiene los secretos.
Los contiene.
Atesora la sabiduría de los siglos.
Los hombres, las mujeres, hace millones de años, comenzamos a rascar en su interior, a extraerle los jugos, los frutos.
También aprendimos a domeñarla, a mimarla, para que sus regalos fuesen más numerosos, más valiosos, más dulces, delicados.
La tierra digiere el carbón hasta hacerlo diamante; el ser humano, con la paciencia, la experiencia y la pasión ha convertido un fruto, pequeño, sociable, arracimado, en un líquido vivo, que evoluciona, permuta, se agria o sofistica en la medida en que se le apliquen los cuidados precisos.
Rebuscar en el misterio nos apasiona, modificar la naturaleza para crear, esa es una de nuestras características vitales.


Hacer vino de la uva, del zumo, levar, fermentar, acunar en lo oscuro y sacar a la luz ese líquido brillante y extraordinario.
Luego, una vez que se prueba y estallan los matices, el lenguaje pretende acercarse con tiento a la adjetivación perfecta y requiere palabras hermosas y redondas, de retrogusto y cata que intentan explicar lo indemostrable: la pasión que contiene la copa, el enigma.


Fuimos a Valtravieso, nos asomamos a la tierra, vimos la viña retorcida, la uva prieta.
Nos dejamos guiar por la pasión, por el duro camino hacia el buen resultado.
Estamos muy arriba, en lo más alto de la Ribera del Duero, donde el viento barre las amenazas y construye un líquido distinto, un líquido que esta pequeña bodega quiere amansar y quitarle rudeza. En ello están, apasionados, entusiastas, buscándole, como desde hace siglos, a la uva el misterio.