Foto de Ángel Muñoz

sábado, 12 de diciembre de 2015

Secretos de la tierra




La tierra tiene los secretos.
Los contiene.
Atesora la sabiduría de los siglos.
Los hombres, las mujeres, hace millones de años, comenzamos a rascar en su interior, a extraerle los jugos, los frutos.
También aprendimos a domeñarla, a mimarla, para que sus regalos fuesen más numerosos, más valiosos, más dulces, delicados.
La tierra digiere el carbón hasta hacerlo diamante; el ser humano, con la paciencia, la experiencia y la pasión ha convertido un fruto, pequeño, sociable, arracimado, en un líquido vivo, que evoluciona, permuta, se agria o sofistica en la medida en que se le apliquen los cuidados precisos.
Rebuscar en el misterio nos apasiona, modificar la naturaleza para crear, esa es una de nuestras características vitales.


Hacer vino de la uva, del zumo, levar, fermentar, acunar en lo oscuro y sacar a la luz ese líquido brillante y extraordinario.
Luego, una vez que se prueba y estallan los matices, el lenguaje pretende acercarse con tiento a la adjetivación perfecta y requiere palabras hermosas y redondas, de retrogusto y cata que intentan explicar lo indemostrable: la pasión que contiene la copa, el enigma.


Fuimos a Valtravieso, nos asomamos a la tierra, vimos la viña retorcida, la uva prieta.
Nos dejamos guiar por la pasión, por el duro camino hacia el buen resultado.
Estamos muy arriba, en lo más alto de la Ribera del Duero, donde el viento barre las amenazas y construye un líquido distinto, un líquido que esta pequeña bodega quiere amansar y quitarle rudeza. En ello están, apasionados, entusiastas, buscándole, como desde hace siglos, a la uva el misterio.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

El miedo y la educación emocional, un punto de vista sobre la violencia machista

Niñas en una escuela de Ciudad Juárez
Yo tendría aproximadamente ocho años. Vivía en un barrio periférico, con descampados, cerca de una colonia militar. Bajábamos a jugar a los terraplenes. Una mañana, dos chavales, cuatro o cinco años mayores que yo, me pidieron que les acompañara, que me tenían que decir una cosa. Yo me negué, pero ellos me dijeron que si no me lo decían podría pasarle algo malo a mi hermano pequeño. Tuve miedo, así que fui con ellos. Me llevaron, escoltada, mientras me susurraban palabras tranquilizadoras sobre mi hermanito, hasta una de las estrechas calles de la colonia militar, una en la que no había viviendas. Yo tenía cada vez más miedo. Una vez allí, uno de ellos se sentó en el suelo y me sentó sobre él. En ese momento, tiré de todas mis fuerzas de niña pequeña y me lié a patadas y puñetazos hasta que pude zafarme de los dos y salir corriendo hacia mi casa. Recuerdo que no grité. Tampoco se lo conté a mis padres, porque en el fondo tenía la sensación de que la culpa había sido mía y temía que me castigaran.
Siendo adolescente, iba caminando por la calle y dos chicos me agarraron, uno por delante y otro por detrás. Esta vez, la emprendí a mordiscos con ellos y, de nuevo, eché a correr. Tampoco grité, tampoco lo conté. También tuve miedo.
Luego, en general, tuve buenas relaciones con los hombres. Me casé y tuve un largo y razonablemente feliz matrimonio. Cuando decidí acabar con la relación, la cosa cambió. El que había sido para mí un buen marido no supo ser un buen ex marido. Su violencia fue económica. Me dejó sin nada, nada de aquello por lo que yo había trabajado durante más de 20 años de convivencia. También él tuvo miedo y ese fue su modo de defenderse.

No tenemos educación emocional, mejor dicho, tenemos una terrible y tóxica educación emocional. Una educación limitante que no nos ayuda a relacionarnos, que sitúa a hombres y mujeres en parámetros artificiales, pero muy bien estructurados, alentados por una sociedad a la que beneficia este modelo.
No hace mucho, en mi viaje a México, para llevar a cabo el proyecto "Más allá del miedo están ellas" sobre las mujeres que viven en entornos de violencia, una de ellas consideraba que uno de los mayores errores del feminismo era intentar acabar con el patriarcado, ya que éste era el pilar fundamental de la familia y la familia era la base de la sociedad. Efectivamente, la base de una sociedad que da como resultado la pandemia de la violencia contra las mujeres, sostenida por unos constructos de privilegio y desigualdad que mantienen siempre prendida esa llama.

La idea de la independencia económica de las mujeres, que hace unos pocos años nos parecía fundamental para acabar con este sistema de valores opresivos, no parece tampoco ser la clave, ya que esa dependencia no era otra cosa que un producto más de la desigualdad, no una causa. Ahora mismo, mujeres económicamente independientes continúan siendo víctimas de la violencia.

Antropológicamente existen pocos ejemplos, y casi ninguno contrastado, de sociedades matriarcales; más bien se hace referencia a mitos, analizados desde puntos de vista occidentales y moralistas por teóricos del siglo XIX, que advertían de que este tipo de sociedades, basadas en la irracionalidad y el simbolismo fanático, solían terminar en anarquía, según las teorías evolucionistas de Bachofen.
El caso es que, hayan existido o no estos grupos humanos regidos por el matriarcado, el mundo en el que vivimos está dominado por los valores masculinos, valores que, por otro lado, parece que nos hacen a todos y a todas un flaco favor.

Volvamos al tema de la educación emocional, que va mucho más allá de la tradicional división de roles. Hombres y mujeres aprendemos a relacionarnos entre nosotros a través de lo que nuestra cultura nos va marcando como comportamientos normalizados: quien bien te quiere te hará llorar; si no se ha sufrido es porque no se ha amado de verdad... Buscamos parejas que nos complementen como si estuviésemos incompletos, incompletas. No aprendemos, nadie nos enseña, a estar solas, a estar solos, a querernos así, a no necesitar, sino querer, querer compartir con alguien una parte de nuestra vida, regalarnos momentos, amarnos y amar; nadie nos enseña a ser primero personas completas y, luego, estar con alguien, sin exigencias, sin imposiciones, sin más expectativas que la de cuidarnos mutuamente durante el tiempo que compartamos.

Los hombres matan a las mujeres y seguramente el miedo forma parte de esa terrible decisión. De hecho, son muchos los que se suicidan después de asesinarlas. Y no es un modo de justificar sino de intentar entender, sólo desde la comprensión de los fenómenos violentos se puede caminar hacia su erradicación. El miedo a perderlas, a no saber cómo seguir adelante sin ellas no viene sólo de un sentimiento de posesión sino también de un sentimiento de indefensión; ellos también son víctimas de una educación que no les facilita esas herramientas, que les hace sentirse menos hombres si son ellas las que se marchan; una sociedad que no ha valorado la sensibilidad masculina, que no admite la debilidad, que ensalza la fuerza y la violencia como características positivas de los hombres y que, también, muchas veces, es injusta con ellos en las rupturas de pareja.
Las mujeres, por nuestra parte, aprendemos a gustarles, a seducirles. Nos enseñan a valorar nuestro cuerpo según sus gustos; a complacerles, a ser felices haciéndoles felices, a buscar en ellos protección y agradecer el piropo y el paternalismo. Leemos sobre eso, escuchamos canciones que nos transmiten esos mensajes, vemos películas en las que el sexo termina justo cuando ellos acaban de eyacular y se echan a un lado exhaustos mientras ellas suspiran encantadas. Aprendemos así. Cargamos también con el sentimiento de culpa cuando no somos capaces de cumplir sus expectativas, nos convertimos en víctimas de violencia verbal, psicológica, física y tenemos miedo, miedo de no saber qué va a pasar después, hacia qué abismo nos dirigimos.

Y así, mujeres y hombres, nos enredamos en relaciones infelices porque no hemos aprendido primero a ser personas completas y querernos así. Ese amor propio es una herramienta poderosa ante cualquier abuso.

La violencia contra las mujeres es un fenómeno, no obstante, poliédrico y que se manifiesta en sociedades muy distintas y en contextos muy diferentes. México, Afganistan, El Congo, Nigeria... España. En todas partes hay mujeres que mueren a manos de hombres. Según los casos, son mercancía, son cuerpos sin valor, son trofeos de guerra, son sacrificio religioso... Y son también mujeres asesinadas por aquellos hombres que debían amarlas, aquéllos en los que confiaban.

Hace muy poco una mujer de Sevilla, Eva M.P.D., de 42 años, fue asesinada por su ex marido cuando fue, como hacía cada día, a prepararle la comida a la casa de la que ella se había marchado con sus hijos. Seguramente este es uno de los ejemplos paradigmáticos de esta violencia machista, doméstica y terrible y de la necesidad imperiosa de avanzar hacia otro tipo de relaciones entre hombres y mujeres.



lunes, 14 de septiembre de 2015

Rumbo a México... Más allá del miedo están ellas

Proyecto literario con mujeres de la frontera norte mexicana 




Entre los días 23 de septiembre y 18 de octubre de 2015 viajaré a México para llevar a cabo un proyecto con mujeres de diferentes ciudades de la frontera con Estados Unidos (Ciudad Juárez, Tijuana, Saltillo, Monterrey…), además de Puebla, Guadalajara, Ciudad de México..., que, bajo el epígrafe “Más allá del miedo están ellas”, persigue recoger testimonios de su vida cotidiana y su universo más íntimo.
El objetivo es que esos relatos pasen a formar parte de un libro y, posiblemente, de un documental.
Se trata de mostrar cómo es el discurrir de estas mujeres en lugares en los que su condición femenina las convierte en víctimas. En este marco de violencia, respirando el terror del feminicidio, de las desapariciones y violaciones impunes, lo que me interesa investigar es el día a día en lo familiar, con los hijos y las hijas, la amistad, el vecindario, el trabajo, el amor o el arte, para comprobar si se convierten (o no) en espacios de supervivencia emocional; así como la importancia del universo femenino como reivindicación y denuncia, pero también como demostración de valentía, más allá del miedo. No obstante, sobre el terreno, serán sus propios intereses los que determinen el resultado de esta propuesta.
En cada destino desarrollaré encuentros con grupos de mujeres en los que, a través de algunas sencillas propuestas literarias, ellas podrán escribir, o relatar, experiencias vitales que estén interesadas en compartir.

MARCO DE ACTUACIÓN

Aunque se trata de un proyecto personal, aprovecharé para llevarlo a cabo el contexto del recorrido poético que desarrollaremos un grupo de poetas españoles por tierras mexicanas.
Los poetas Uberto Stabile, Antonio Orihuela, Ángel Petisme, la performer Tarha Erena Sarmiento, Javier Seco (en una parte del recorrido) y yo misma, Inma Luna, emprenderemos  la “Ruta del Norte del Ejército Iluminado” desde Tijuana hacia Ciudad Juárez, El Paso, Tecate, San Diego, Mexicali, Monterrey, Puebla y Ciudad de México, entre otros lugares, para participar en recitales y festivales como el Festival de Poesía Caracol de Tijuana, el Encuentro de Escritores por Ciudad Juárez o el Festival Edita de Puebla. 



FINANCIACIÓN

Con la intención de financiar este proyecto he puesto a la venta a través de la redes sociales, y por 10€, mi último poemario, Un vago temblor de rodillas en el corazón, de la editorial Crecida, que me ha cedido los derechos y cuya recaudación destinaré a tal fin.

 

PARA COLABORAR O MÁS INFORMACIÓN, ESCRÍBEME UN MENSAJE A TRAVÉS DE FACEBOOK  https://www.facebook.com/inmalunatica




domingo, 5 de abril de 2015

Un mordisco distante




En cuanto tomas la más mínima distancia, ya digo, mínima, un saltito de nada, un levantarse, se va entendiendo, se puede empezar a considerar el absurdo. Nos alejamos de lo más animal, lo instintivo, lo primario -que no desecho, que a veces conviene- y dejamos que entre la luz de lo trascendente. Ahí, entornando la vista, las impresiones se colocan en su sitio y lo que resultaba vital degrada su color, se achica, se va difuminado y el mordisco distante acaba por tragárselo.

Pero pasamos tanto tiempo a rastras, serpenteando, vaciándonos en el esfuerzo de la tarea diaria; vamos y regresamos profundizando el surco, sin levantar la vista, sin volar.

Y vidas, vidas enteras reptilianas, respiran polvo, huelen únicamente el rastro de su predecesor y obtienen a cambio satisfacciones muy pequeñas, una felicidad escuálida que calma su básica ansiedad.
Luego, miro la flor, su efímera constancia, el árbol cercenado y preso y sé que ahí nos encontramos, en el discurso de la naturaleza y su desabrigado estar, en su pulsión irreverente, su militancia heórica, mi desapego, su despegar.








domingo, 1 de marzo de 2015

En Último cero: Inma Luna revisa su infancia y madurez en el poemario `Divina´

Un ajuste de cuentas consigo misma. De esta forma define la poeta y periodista Inma Luna a `Divina´, su último poemario, una obra que pretende reconciliarla con la niña, la madre y la esposa adolescente que fue. El punto de partida de este libro fue el hallazgo de uno de sus cuadernos de Religión. "El que me encontré es de cuando tenía 11 años. Al ojearlo me sorprendió ver cosas que permitían que me identificara con la persona que soy ahora. Sin embargo, también había muchas correcciones impuestas por la educación que recibía tanto en el colegio como en casa y que fueron cambiando la semilla de mujer que yo era. Sentí que necesitaba hacer una revisión de todo eso y ver cuándo me había rendido y optado por caminos que de otra forma no hubiera elegido", explica esta poeta.
Precedido por citas de autoras como Alejandra Pizarnik o Anne Sexton, este poemario comienza refiriéndose a la primera etapa de escolarización de Inma, en la que ésta estuvo en un colegio de monjas. Su relato es el de una niñez de pérdidas (se me olvidó jugar con las hormigas, acariciar a la serpiente, improvisar canciones... narra en `Extravíos´) y represiones (todo lo interesante ocurría en otro lado, por eso nos prohibieron mirar por las ventanas, escribe después en `Privadas´). Esta represión continuaría con la ejercida sobre su propio cuerpo. "Renovaron entonces los uniformes, holgándolos, engrosando la tela, desajustando el talle, desdibujando a las mujeres que pujábamos por ser", narra en otro de sus poemas.
A pesar de que en sus versos hay un cierto dolor y resentimiento, Inma reconoce que no recuerda esos años como una etapa terrible. "No es un libro rencoroso. En realidad, es un ajuste de cuentas conmigo por no haber sabido rebelarme. Aunque recrimino ese tipo de educación, no juzgo a las personas que actuaron así porque ellas también tuvieron una educación represora", aclara. Esa etapa de niñez y adolescencia en la que aprendió a subirse al tejado, en la que no la dejaban jugar con los chicos o en la que, como escribe en otro de sus poemas, hicieron picadillo su intimidad, hubo algunos resquicios desde los que poder seguir respirando. "Los míos eran la literatura y la escritura, aunque por encima de todo acabó siendo el amor, que es lo que más me ha salvado en la vida", reconoce.
Este poemario también recoge su embarazo y las reacciones que suscitó entre la gente más cercana. "Quisieron hablarme de sexo al enterarse de mi embarazo y ni siquiera entonces supieron cómo hacerlo, así que me obligaron a casarme para evitar el tema", escribe. Los poemas que acompañan a esta etapa hablan del miedo a los espejos y a unos vaqueros que ya no había manera de abrochar, pero también de la falta de libertad. "No me dejaron elegir el vestido de novia, el peinado, el ramo", narra Inma Luna, describiendo con ello un "pack" en el que a continuación se van sumando el sí quiero, el párroco, la iglesia y el novio.
"Todo esto eran cosas de las que sentía que tenía que escribir, aunque no he sido consciente de ello hasta hace poco", reconoce. "No me atrevía a enfrentarme a todo esto. Tenía miedo de que desembocara en un proceso doloroso, pero al final no lo fue en absoluto. Los poemas tienen un tono de ironía y sentido del humor que me han facilitado la escritura. También hay una cierta distancia", continúa esta poeta, quien asegura que ante todo ha sido un libro liberador.
Sus poemas están acompañados de una serie de ilustraciones y fotografías de la artista plásticaLoreto Rodera. "No podían complementarse mejor con los versos", indica Inma. Asimismo, este libro incluye varias citas de `La Divina Comedia´ que acaban convirtiéndose en el hilo conductor de todo el poemario. "Lo leí de pequeña, cuando tenía 12 años, y recuerdo que me entusiasmó. El recorrido por los infiernos, el purgatorio y los cielos que hizo Dante se convierte en mi libro en un camino paralelo a mi recorrido emocional", explica.
`Divina´ ha sido publicado por la editorial canaria Baile del Sol, en la que ya figuran otros de sus libros como `No estoy limpia´, `El círculo de Newton´ o `Las mujeres no tienen que machacar con ajos su corazón en el mortero´. Después de su presentación en la librería A pie de página, que comenzará a las 20 horas de la tarde, Inma acudirá al bar El Desierto Rojo, donde ha sido invitada para seguir recitando en compañía del grupo Susurros a pleno pulmón. A lo largo del mes de marzo la esperan nuevas citas en las que podrá continuar dando a conocer esta obra, como la que la permitirá estar el día 7 en Zaragoza, el 12 en Las Palmas de Gran Canaria, el 13 en Tenerife o el 20 en Logroño, en esta ocasión dentro de la programación del festival Voces del Extremo.
Durante el mes de julio Inma prevé publicar un nuevo poemario. "Aún no tiene título, pero incluirá poemas breves en los que hablaré de la relación con la naturaleza y con las raíces. En ellos también quiero reflejar un proceso vital en el que me encuentro, en el que camino entre la tristeza y un nuevo impulso vital", adelanta. En este momento Inma también está trabajando en su segunda novela, tarea que compagina con la dinamización de unos talleres de escritura destinados a adolescentes y adultos que semanalmente se organizan desde la librería Punto y coma de Leganés. Además, esta poeta ha creado un blog gastronómico llamado `La salsa de la vida´, tema al que identifica como otra de sus pasiones.
Laura Fraile

jueves, 19 de febrero de 2015

Otra crítica literaria sobre "Divina" en el Diario de Córdoba

Antonio Luis Ginés 14/02/2015

La poesía como modo de enfocar toda una serie de situaciones, de plantearlas mostrando al lector esa postura del yo frente a la tensión que provoca una reacción ante una realidad adversa.
Así, Inma Luna, haciendo uso de una sencillez expresiva descarnada, marca una senda por la que va a transitar esa voz: "A oscuras / nos van inoculando el miedo..." y por la que tendrá que ir transitando el lector sin mucha dificultad, adentrándose en una atmósfera que se va volviendo densa, oscura por momentos, y que mantiene cierta tensión poética. Dominio del yo, situándose hacia atrás y luego recuperando el hilo de un presente hondamente marcado por ese pasado, viviendo el ahora --sobre todo a partir de la mitad del libro-- sin perder de vista la huella de esas vivencias.
Perfilando con claridad los límites y las fronteras, el bien y el mal, el sueño y la realidad... mostrándonos que en las pequeñas cosas y detalles pueden hallarse las grandes cuestiones: "Todo lo interesante / ocurría en otro lado. / Por eso nos prohibieron / mirar por las ventanas". La belleza, tan cerca, tan lejos, aparece por los resquicios, pero la conciencia tardía de no haber podido alcanzarla es un sentimiento de pérdida irremediable que persevera a lo largo y ancho del poemario, pero sin rencor, sacando a flote con luminosidad toda la experiencia, el recuerdo significativo como un todo necesario para madurar hacia el ahora.
Las ilustraciones de Loreto Rodera, sugerentes y cargadas de símbolos, proponen una ambientación que no coarta la propuesta de la palabra, sino que la amplía y proyecta.
La conciencia de una voz femenina --sin caer en apologías-- que reclama su propio espacio, aunque el dolor aparezca e insista en cubrirlo todo, la fuerza de la niña, de la madre, de la esposa joven, delimita claramente ese territorio por el que se nos invita a transitar y a habitarlo con ese mismo sentimiento de experiencia vital que forja, curte y revitaliza el sentido de estar vivo, cuando se reflexiona sobre él y se le da un encaje adecuado. De esa manera, el infierno que puede representar la búsqueda --inconsciente-- de la libertad y el placer cuando éstas se cortan desde el primer brote --el posterior fingimiento dentro de una sociedad, un contexto-- adquiere una dimensión dura, pero sin perder el referente del instante vivido y de lo que supone de positivo.
'Divina'. Autora: Inma Luna. Edita: Baile del sol. Tenerife, 201

lunes, 19 de enero de 2015

Un caldo gratis y uñas de colores en la caverna, la vie en fucsia, we love CC



Amados walking dead, con vuestros bebés recién nacidos, suegras ancianas, los papás y mamás de otros niños del cole, hijas preadolescentes y frikis solitarios..., sois todos bienvenidos.
Pasean, comen, beben, sorben, miran, whatssapean, suben y bajan escaleras mecánicas y se limpian los mocos, hacen colas, visitan los servicios, la sala de lactancia, entran en probadores y montan a sus hijos en animales motorizados de peluche que se pasean entre esta fauna apocalíptica.
La luz, los olores, la música, la comida, las conversaciones... ¡atrezzo!, un decorado burbujeante y tropical en el que el tiempo se detiene y también lo hace el mundo y sus habitantes, que se quedan afuera, preocupados por cosas que aquí dentro, aquí, que no hace frío, carecen de importancia. Aquí no hay dolor, no hay dolor, saca tu tarjeta de crédito. No importa si en tu casa no hay calefacción, si no tienes seguridad social, si no puedes ir al médico, no te preocupes si tus hijos no pueden estudiar, si no encuentras trabajo con un salario digno, si te echan de la fábrica de cocacola diga lo que diga la justicia. Mira! Tienes sed? Sáciala por sólo cuatro euritos, una botella de medio litro de felicidad. Ves qué bien? Quién no lleva cuatro euritos para comprar el elixir, la chispa de la vida!!! No tienes? No te apures, puedes beber agua, sí, el agua es la fuente de la vida, aquí la tienes, sólo 2,20 medio litro de agua, mmmm, qué rica, qué refrescante, qué aliviadora, como todo este entorno, tan amable, ¡tan diver!

Qué lujo pasearse por este mundo mágico, lleno de seres mágicos con pegatinas decoradas para tus uñas. No te lo habías planteado? Unas uñas brillantes, floreadas, fucsias, doradas, uñas para no sacarlas, uñas para lucirlas. Quiero, quiero, quiero, una uña de cada color, irrompibles y perfectas, falsas, sí, pero... preciosas.

La soledad no existe, ¿lo sabías?, si estás solo, si estás sola, es porque quieres. Ven y súmate al paseo, móntate en un osito, paseáte, mézclate con la masa, cómprate un pingüino, te queremos.

 La soledad es sólo un espejismo, sombras que se reflejan dentro de la caverna. Tú no te dejes engañar. Tú no estás solo. No van a permitirlo. Tómate algo, disfruta.

Mira tus hijas, son felices, ya tienen sitio donde jugar, no hace falta que te esfuerces. Ellas lo pasan bien, ellos saltan y se tiran bolitas de colores y se pierden en ese laberinto de fantasía, dales un poco más de dinero, para otra media horita de imaginación.


Verás qué bien duermen hoy. No soñarán. Estás a salvo.

Ahora, antes de volver a casa, antes de salir a ese mundo del que ya por fin te has olvidado, ahora que casi nada importa, tómate un caldito, haz un poco de cola y tómate un caldito, es gratis, sí, claro también es falso, no sabrá a hogar ni a familia, no importa, no seas ñoño, es gratis.

Ven, te reconfortará.





miércoles, 7 de enero de 2015

Mi vida con Potlach: entrevista a Inma Luna

En el blog El mar de tinta, una entrevista de Mar López

“Mi vida con Potlach” es una de las sorpresas editoriales de los últimos meses. Se trata de una novela que se aleja rotundamente de la mediocridad habitual gracias a la profesionalidad de su autora y la falta de aspiraciones engoladas: difícilmente dejará indiferente a los lectores de buen criterio literario. Su autora, Inma Luna (Madrid, 1966), es periodista y antropóloga. Antes había publicado una gran cantidad de producción literaria, siendo esta su primera novela. Acaba de reeditar su primer poemario, “Divina”, también con Baile del Sol, y otro de sus poemarios más recientes es “Cosas extrañas que sin embargo ocurren”, a cargo de la editorial Cangrejo Pistolero (2013). Atendiendo a su producción en prosa, existe un libro de relatos titulado “Las mujeres no tienen que machacar con ajos su corazón en el mortero” (Baile del Sol, 2008).
Esta entrevista surge por la gran calidad de la novela que tenemos entre manos: “Mi vida con Potlach”. Después de leerla, estábamos deseando conocer a Inma y preguntarle acerca de un buen puñado de cuestiones. Su predisposición para concertar una cita y realizar la entrevista fue inmediata, y comprobamos en persona que su amabilidad es tan grande como la sonrisa que luce en todas sus fotografías. Nos citó en un local absolutamente encantador, y tras un té de nombre evocador y la mejor música de fondo, esto fue lo que nos contó: 

“Mi vida con Potlach”, el proceso
Pregunta: En primer lugar, hasta ahora conocíamos su trayectoria literaria a través de sus relatos publicados, pero principalmente por su poesía, que además nos parece muy íntima, muy femenina y muy personal (que se aleja un tanto de la poesía narrativa)… ¿cómo surge ese salto a la novela, qué sucede?
Respuesta:  Aparte de poesía, siempre he escrito también relatos: para mí, la diferencia esencial entre escribir poesía y narrativa está sobre todo en lo que hay de ficción en cada cosa. En la poesía no hay nada de ficción, es decir, todo lo que pongo sobre el papel es lo que realmente pienso, lo que siento. Quizá no todo lo experimento, pero sí es mi visión del mundo. Ahí no hay nada ficticio, no hay ningún personaje creado. Para eso me habían venido muy bien los relatos, había conocido muchos personajes muy interesantes.
P:  No ha caído en la trampa del poeta que de pronto irrumpe en la narrativa escribiendo prosa lírica o incluyendo poemas entre los capítulos… ¡y queremos darle la enhorabuena por ello! ¿Cómo ha sido la experiencia escribiendo narrativa?
R: Yo tenía una idea en la cabeza: quería contar cómo a veces, aunque nos cerremos a las sorpresas que la vida nos depara, la vida se empeña en irnos cambiando ese trayecto: cómo era casi inevitable que la vida fuese cambiando el camino que tú has elegido. Pero no sabía con qué historia iba a explicar esto. Entonces, como no tenía experiencia en novela, al principio empecé a redactar esquemas, a pensar por capítulos, a hacer la dinámica que puedes encontrar en cualquier taller de cómo escribir una novela. Bueno, pues fui incapaz de funcionar así. Entonces, empecé a escribir de una manera más intuitiva, y en ese otro comienzo surgió Luis, el protagonista de la novela, que en principio yo no sabía ni siquiera si iba a ser un hombre, no lo tenía nada claro.
Pero de repente aparece esta voz y me resulta muy potente. Entonces me dejé llevar absolutamente. Y de verdad que ha sido un personaje agradecidísimo porque me ha contado muchas cosas. Ha habido mucha parte mágica, porque realmente me dejaba llevar. Tenía todas las facetas que yo necesitaba para contar esta historia: esa cierta paranoia, esos problemas que tiene, cómo intenta que su vida se convierta en una cuadrícula para salvarse del dolor… que en realidad es por lo que yo creo que a veces nos volvemos un poco inmóviles, porque creemos que cualquier paso que demos puede hacernos daño. Si no tuviésemos miedo al dolor seríamos mucho más osados. Necesité un trabajo de constancia, que es lo que requiere esto por contra de la poesía, (que para mí no requiere ningún esfuerzo).
Mi vida con Potlach
P:  ¿Cómo describiría la experiencia al darle voz a un protagonista masculino?
R: Ha sido muy, muy, muy interesante porque en cada tesitura que Luis se encuentra yo tengo que pensar como él, y tengo que entender por qué él piensa así, por qué se relaciona de esa manera con las mujeres, qué le ha pasado para tener esos prejuicios cada vez que se enfrenta a una relación, qué miedos le atenazan y por qué… y ver esto desde un punto de vista masculino, cuando yo además he hecho una literatura muy femenina. Ponerme en la piel de Luis ha sido un ejercicio precioso, porque me ha servido a mí también de mucho. Ponerte en lugar del otro pero no de una manera paternalista. Y la verdad es que los lectores hombres me han dicho que le veían bastante real, que era un hombre sensible pero que no parecía algo impostado.
P: ¿Por qué le interesaba meterse en la piel de un personaje con problemas mentales? ¿Hay un por qué?
R:  ¡Eso también fue cosa suya! (Risas). En principio tampoco tenía pensado que tuviese ningún problema mental. Me venía muy bien ese punto de inflexión en un momento de su vida, cómo él empieza con esa crisis brutal que tiene, para que se replantearse qué hacer. Ese aspecto es muy útil para indagar en esa mente, en su forma de ver la vida, y también para ver cómo se enfrenta a otra visión con la que él no está familiarizado, y sobre todo, cómo se da cuenta de que tiene sentimientos que desconocía: intentar ayudar a gente que no conoce, que le ayuden a él…
P:  ¿En qué proyectos literarios está trabajando actualmente?
R:  Estoy trabajando en otra novela, pero igual, con paso lento porque me cuesta, y además casi no corrijo, con lo cual cada página esta destilada absolutamente: tardo muchísimo en escribirla porque no me gusta lo superfluo en nada, ni en la poesía ni tampoco en la novela. No quiero contar cosas que no sean imprescindibles, por eso voy corrigiendo a la vez que escribo, el proceso es lento. Estoy escribiendo una novela que creo que tiene muy poco que ver con ésta tanto en el tono como en los personajes; quería en principio que fuese un poco más ligera porque ésta es un poco densa en algunas partes, pero… ¡no me está saliendo tampoco tan ligera como me gustaría! (Risas). También estoy haciendo un poemario que sacaré para el mes de julio con una editorial de Huelva que se llama Crecida.
Feminismo en la literatura
P:  Actualmente existen movimientos de carácter feminista, de igualdad de géneros, tanto a nivel político y social como, concretamente, literario.  Por ejemplo, se está presentando por muchas ciudades el documental “Se dice poeta” de Sofía Castañón, que reivindica la igualdad de la presencia femenina en todos los ámbitos de la industria de la literatura, y en el que participan escritoras de tu círculo y/o generación. ¿Se siente identificada con estos movimientos? ¿Ha tenido que luchar con más fuerza en alguna ocasión dentro del ámbito literario por ser mujer?
R: Yo he tenido mucha suerte: cuando he querido publicar, he publicado. He escrito mucho de siempre, pero no he querido publicar hasta muy tarde porque todo lo que había escrito no me parecía digno de ser publicado. El primer poemario lo presenté a un concurso y gané la publicación, del que ahora ha salido la segunda edición (“Nada para cenar”). A partir de ahí casi todo me lo han ido pidiendo las editoriales.
Ahora bien: ¿qué le pasa a una escritora?, ¿qué le pasa a una mujer en general? Lo mismo, la misma dinámica que podemos experimentar en cualquier otro campo pasa en la literatura. Casi siempre somos un grupo aparte. No hay todavía un campo abierto de hombres y mujeres en nada: están los hombres, que ocupan la parte genérica de cualquier cosa (del arte, de la literatura…), la parte masculina es la que puede interesar a todo el mundo, siempre nos encontramos con esa barrera.
Me preguntan: ¿tú escribes para mujeres? ¡Pues no, nunca en mi vida he escrito para mujeres! ¿Escribo como mujer? Pues claro, escribo como mujer como pinto como mujer, como aprieto un tornillo como mujer… todo lo que hago en mi vida lo hago como una mujer, y además no reniego de eso para nada. Y lo que siento y experimento no me planteo si es femenino, es que es mío y sale de mí. Pero es que creo que ningún hombre se plantea si lo que hace es masculino. El problema que veo es que todo lo masculino es genérico, como ocurre con el lenguaje, y luego está lo femenino, que casi siempre son intereses que sólo corresponden a una parte de la sociedad. Parece que lo femenino no interesa en general, con ese choque te encuentras siempre. Tenemos que tener una alarma constante.
Por ejemplo, yo noto que me invitan mucho a festivales, a recitales. Pero a mesas redondas me invitan a muy pocas, esas casi siempre son de hombres… ¡salvo que hablen de literatura femenina! Entonces sí me llaman. Estoy segura de que quien lo organiza ni siquiera se acuerda. Tenemos que estar alerta. A veces no sabría decir si es discriminación… que sí que lo es… a lo mejor no voluntaria, pero existe, y se percibe.
Mi trabajo no sólo va destinado a las mujeres: hablo de la vida, que nos interesa a todos, y hablo de la maternidad porque me parece una experiencia relevante, pero no sólo para las mujeres. Este tema sólo se utiliza a nivel universal cuando interesa, es decir, cuando se trata de comprar cosas: si te interesa que los padres tengan en cuenta que tienen que comprar. En general parece que la maternidad es una cosa de la mujer, tanto para bien como para mal. Si quien diese a luz fuese un hombre, ¿te imaginas?, ¡tendría todos los privilegios del mundo! Y la maternidad no es una debilidad: es lo que hace que el mundo siga. El hecho de que ahora esté de moda hablar de algunos temas feministas me parece maravilloso.
Oigo a muchas mujeres más jóvenes que yo: “Soy feminista, pero no radical”. ¡Pero es que tienes que ser radical  hasta el máximo… radicalísima! Nos las cuelan, hay miles de cosas que no eres consciente que estás haciendo o te estás tragando en la tele y esto no tiene que ser así. Tenemos que ser muy radicales, claro que sí: muy radicales pero no en el sentido de ataque, es una cuestión de defensa.
Inma Luna
Cuestiones sociales, literarias y más
P: ¿A nivel global, qué opinión le merece el panorama literario actual de este país?
R: No estoy muy al tanto, pero lo que veo es que hay corrientes subterráneas, gente haciendo cosas que me parecen interesantes. De la literatura española contemporánea no me gusta casi nada. Hay excepciones, pero en general lo que llega a las librerías y lo que aparece en Babelia me parece malo, o por lo menos a mí no me interesa. Coordino un club de lectura y hemos leído cosas muy buenas y otras que te preguntas cómo se pueden publicar y vender durante tanto tiempo. Leímos “La alegría es un té contigo” de Mamen Sánchez… no puede estar peor escrito. Pero es que el último de Julia Navarro (que también lo leímos porque iba a venir a la librería) me pareció nefasto.
En poesía hay cosas que me encantan, y muchas son mujeres. Me encanta lo que están haciendo Ana Pérez Cañamares, Sofía Castañón, Sonia San Román… hay gente que está haciendo un trabajo muy bueno. Pero, ¿cómo está el panorama? Como todo, difícil, la cultura está en declive absolutamente. Luego hay grupúsculos semi mafiosos haciendo cosas de las que no participo, me muevo en ambientes mucho más gratificantes. La gente que he conocido en el campo de la literatura ha sido muy generosa conmigo.
Cuando me preguntan: “¿Vives de la poesía?”, digo: “Sí, vivo de la poesía porque es lo que me da la vida”. Recitar para la gente me encanta, porque hay un punto de conexión preciosa, es como un paso más del libro.
P:  ¿Cuáles son sus principales referentes literarios?
R: Mi diosa es Clarice Lispector, es la escritora que más me gusta y más difícil me parece, pero siempre que la leo pienso: “Yo quiero hacer esto, quiero escribir con esta depuración”. Ella era una mujer que pensaba tanto en la literatura, que todo lo que ha escrito sobre literatura, yo lo firmaría. Es como si leyera lo que pienso, me encanta. Aparte, hay libros sueltos… me gusta volver a los libros de Juan Rulfo, “Pedro Páramo” y “El llano en llamas”, que son dos libros deliciosos; Yasunari Kawabata también me gusta mucho; algunas cosas de Gioconda Belli me parecen muy interesantes, las manos comerciales, quizá. En poesía me gustan Jaime Sabines, Laya…
P: Una de las grandes cualidades que ennoblecen a algunos de los personajes principales de esta novela, es su generosidad sin fisuras, ¿cree que es una de las grandes taras de la sociedad, la falta de empatía y de generosidad entre las personas?
R:  Creo que no está perdido, que hay gente muy generosa, lo que pasa es que no sabemos mucho de ella. Esa gente no llega a los medios de comunicación, se ve mucho más la suciedad que nos rodea, que en esa no hay ninguna empatía, efectivamente.
El otro día fui a una Caixa, tienen un cuaderno con los pisos que venden, lo cogí y estaba lleno de dramas: cada piso de esos se lo han quitado a una familia y lo venden por una miseria. Es tan triste ver eso… ¡que te lo ofrezca una entidad que está ganando millones y millones, y tenga ahí esa exhibición del dolor! Es terrible, es horroroso. Se lo dijimos al director, “Estos son los pisos que quitáis a la gente”. Claro, no saben qué decir porque no pueden justificar eso.
Pero entre esa gente que han echado de los pisos estoy segura de que a su alrededor hay gente generosa que les está ayudando a sobrevivir, porque si no, ¡estarían las calles llenas! Así, hay una red de gente que está ayudando a los que estos están destruyendo. Ayer oía que la gente sigue aguantando gracias a la economía sumergida… mentira, siguen aguantando gracias a las familias, de las pensiones de los ancianos, de los 500 euros de la pensión, esa persona, sus hijos y sus nietos. Si eso no es empatía y generosidad… Esa gentuza nos está robando y además quiere hacernos creer que la culpa es nuestra. Viendo estos agujeros, ¿cómo pueden decir que es inviable la renta básica de Podemos? ¡Suma, suma todo lo que has robado!
P:  Esta novela nos transmite un gran mensaje de aliento, de la superación a pesar de las dificultades… ¿cuál es el mensaje principal que desea transmitir a los lectores?
R: Sobre todo me encantaría que pudiese ayudarnos a estar más abiertos a la vida. Aunque tiene momentos tristes, es esperanzadora. La sociedad está construida sobre unos cánones equivocados. Es un sistema que a veces se olvida de la persona, sólo mira lo superficial.
En la maternidad y la corresponsabilidad, ¿quién decide que una historia de una noche implique ya a dos personas de por vida? Es un tema muy interesante que va en paralelo a la novela. También estoy de acuerdo en lo que tú dices, es una novela de superación, y de descubrimiento. También de sentimientos. No hemos hablado de Potlach, pero no vamos a desvelar quién es… es un personaje que Luis no sabía que le iba a hacer tanta falta, y en realidad la novela es todo el tiempo que comparte con ese personaje, y cómo va formando parte de sí mismo. También es una novela de descubrimiento en ese sentido: cómo él descubre cómo pueden ser las mujeres, (no la que él tenía en su cabeza), cómo puede ser la gente, y cómo puede ser él mismo.
Todo le va haciendo a comprenderse a sí mismo para enfrentarse de otra manera al mundo. Creo que es una buena fórmula para todos: conocernos, entendernos, perdonarnos lo que nos tenemos que perdonar y tener esa visión un poco más relajada y optimista frente a lo que nos rodea.
Para saber más de Inma Luna, mantiene un blog de literatura y aquí encontramos una relación de su bibliografía.