Foto de Ángel Muñoz

viernes, 30 de julio de 2010

Las nubes agrietadas


Desvía la mirada cuando le pregunto hacia dónde se va. Él no quiere saberlo, puede que yo tampoco. Si me fijo en sus ojos sólo se ven retazos de nubes agrietadas. Mi padre se aleja hacia algún lugar desconocido y silencioso mientras tiramos de él para que permanezca con nosotros; pero se cansa, le cansamos, le aburren y le hastían todas nuestras preguntas, y baja la cabeza como si todo esto ya no fuera con él.
Mi padre camina por la arena de una playa remota sin decirnos adiós, sin compartir ese nuevo paisaje que envuelve su cerebro. Nos empeñamos en que sepa qué día es hoy cuando él está viviendo en una bola de cristal en la que los relojes se dan de bruces con el espacio inmenso del vacío.
Le acaricio la mano, a veces me sonríe y otras me la retira como un niño enfadado. Sé que en algún lugar de su memoria caprichosa se acuerda bien de cuánto le queremos.
Me gustaría que sólo pasease por escenas fantásticas y amables, por lugares poblados de flores que le gusten, empanadas y churros; que se invente recetas y se imagine plantas que por aquí no existen, que su mente le libre del carro del oxígeno, de la silla de ruedas, que nos traiga regalos cuando regrese a casa.

miércoles, 28 de julio de 2010

Crecer


Ayer me hice el reconocimiento médico del trabajo, he crecido un centímetro. Me medí sin tacones, lo prometo. Me extrañó el estirón. La doctora me preguntó si suelo caminar de puntillas. Le dije que hago cada día estiramientos para asomarme a las ventanas que hay detrás de los ojos de la gente. Eso ayuda, me respondió. Y mucho, le conteste orgullosa de mi estaura y de mis nuevas chanclas alemanas.

lunes, 26 de julio de 2010

La gran ola


Es muy probable que no haya otra manera
Vivir dispuesta a todo
No enfrentarse
No agotarse en la lucha
Abrazar lo que venga
Con las branquias abiertas
Con el filtro instintivo del corazón
Estar preparada para la gran ola
La que se lleva todo por delante
Para la caricia de la ola chiquita
La que hace cosquillas en los pies
Saber que cualquier cosa me puede pasar
Que no existe emoción que nos esté vetada
Hay que fortalecerse en la fragilidad
Concebirse en la espuma de lo humano
No quiero que este chapuzón me sepa a poco
He de explorar negras profundidades
Para alcanzar tesoros
Hacer el muerto para que la marea me acune
Nadar veloz para sentirme poderosa
Secarme luego al sol
Y descansar por fin
En una playa hasta que me desangre
Y así la arena y yo seamos sólo una

viernes, 23 de julio de 2010

El espíritu está en la mente


Todos los sueños son edificios sin rincones,

ignoro la gravedad del susto en la bajada,

la amenaza de los ojos abiertos,

perdida como estoy en el cestillo frágil de esta noria perversa.

Hotel que se derrumba,

esfera que florece enrojecida y limpia

sobre las estructuras vacilantes.

Cuánta plancha nos queda

para que cada miembro esté en su sitio

para que la necropsia no nos intuya sanos.

martes, 20 de julio de 2010

Juegos en la escalera

A qué jugaremos hoy,
a lanzarnos a ciegas
sin extender las alas
apropiándonos de lo que va dejando
el aire al paso del desplome?

Jugaremos a sabérnoslo todo
apostando a que somos
capaces de perder el equilibrio
sin rompernos el alma?

Cuál será nuestra apuesta,
la de permanecer a un peldaño del miedo
sin que nos tiemble nada
ni nos seque la boca
lo que no nos decimos?

Seremos los acróbatas
de los cielos azules
abrazando la vida
como si la existencia
dependiera de eso?
                                                                                            

viernes, 16 de julio de 2010

Bocabajo



Trasnochar con la ternura de Together y luego darle vueltas a la cama comiéndome los números rojos del reloj. Me inquieto con cuidado para no despertarte, me respiro los nervios como un caracol, haciendo y deshaciendo la almohada, sacando los pies por la azotea, subiendo con sigilo hasta la lámpara y cayendo después en el sueño poblado del Lorazepan.
Madrugar. Caminar por los mismos adoquines de antes al son del ritmo silencioso de tacones de goma, como si por allí nunca hubiera pasado, haciéndome la nueva.
Llegar al sitio que me espera con su eco caliente de papeles y máquinas dormidas y recibir regalos.
Enterarme de cosas bonitas. Cosas como que hoy mi padre saldrá y verá la calle por vez primera en lo que va de año y que ya cuenta chistes aunque aún no se acuerde muy bien de qué ha comido hoy.
Llegar a casa, que me estés esperando con la puerta entreabierta y unos besos de viernes bienvenido.
Cortarme el dedo mientras cocino pollo congelado, que nos sabe a manjar con un vino que raspa y nos tinta la boca.
Entusiasmarnos con pisos grandes y terrazas que nunca podríamos pagar.
Tomar cerveza, visitar a mi hermana, mirar la cartelera, darnos la piel como si todo fuesen vacaciones en un país extranjero, como si todo fuesen tulipanes, como si fuésemos capaces de cambiar todo un mundo aprendiendo a mirar de otra manera.

martes, 13 de julio de 2010

viernes, 9 de julio de 2010

La nada blanca y clara


Cuando entra esta luz por el balcón pienso en hacer como el Fogg de Paul Aster en El palacio de la luna, abandonar todo esfuerzo, tumbarme sobre la colcha y divagar. Si cierro los ojos observo los colores que me pasan por dentro, oigo las frase que no sabía que hubiera retenido, me fuerzo a no pensar. Dejo que el aire acondicionado me refresque, el oxígeno entra sin prisa y solamente tengo ganas de que no ocurra nada. No hay necesidad, ni sed, ni hambre. No tengo prisa. Me detengo en las formas misteriosas que componen las sombras en el techo, el recorrido imaginario de los coches que pasan, los ruidos lentos de la siesta. Parece que voy a quedarme en ese estado para siempre, que nunca más necesitaré moverme, ni hablar, ni escribir, ni hacer ninguna reflexión, ninguna acción que traiga consecuencias, no tomaré ninguna decisión ni albergaré otro sentimiento que la nada. La nada blanca y clara.
El sonido del móvil me saca de la ensoñación como un porrazo en la nuca.
Me asomo al balcón esperando encontrar al otro lado el rótulo vibrante del Moon Palace, tan sólo veo un gato que intenta refugiarse de los 40 grados a la sombra de un coche moteado de lluvia polvorienta.

miércoles, 7 de julio de 2010

"¿Os dais cuenta de que la soledad es al menos cosa de dos?" Víctor Gómez Ferrer




Ahora que los humos negros iban abandonando mi cerebro por las orejas, que me sentía casi viva y con unas extrañas ganas de morder las cerezas, un par de ellas se han quedado en mi cuello como un adorno navideño en el que nadie quisiera reflejarse.
Duelen, no me dejan dormir, me han quitado el hambre y me paso las tardes delante de la tele acomodando las piernas y los brazos que pesan y me abaten.
No sé en qué clase de gimkana me apunté alguna noche de insomnio pero ya tengo ganas de verdad de llegar a la meta, aunque no gane más premio que sacar la cabeza a la superficie y librarme del lastre.
Pero esta mañana leyendo este decir por decir, de Víctor Gómez Ferrerla soledad es al menos cosa de dos, me he dado cuenta de que ni las cerezas en el cuello ni los negros humores o las lágrimas turbias y tempranas le hacen sombra a los brazos que desde cualquier parte me sujetan. Aunque quisiera verme sola, en el espejo siempre se reflejan las caras de gente curativa.
Nadie me deja sola en los columpios, cuando me ven sentada mirando al suelo, aparece una mano que me empuja y de nuevo comienza el balanceo. Con su ayuda la vida me va llevando por los aires.

sábado, 3 de julio de 2010

Forzar la mirada de los ojos rotos


Una pastilla y después otra, y otra más. No calman a pesar del sabor de su amargura. Pienso en tu camino. Trato de vislumbrar el mío. Me resbalo. Pongo una lavadora de ropa oscura. Si miro a cualquier lado, los ojos me duelen como si se me hubiesen roto. Hago planes de sábado y me tumbo en el sofá para no meditarlos. Hay muchos libros que estudiar y muchos suelos que barrer. Mi hija sigue con la puerta de su cuarto cerrada. Lo pasa bien ahí dentro, en el espacio de la emoción adolescente. Me llamas desde la bruma, me adviertes de la poca cobertura, la mía es mínima, no me permite hablar ni siquiera conmigo, tal vez sea mejor así. Un bloque de hormigón se agranda sobre mi cerebro. Pesa. Las piernas se están metalizando, tienen olor a fiebre. Demasiadas dificultades a la hora de atravesar el túnel y alcanzar la salida en la que espera un hombre inmóvil con un ramo de flores que nunca se marchitan.

jueves, 1 de julio de 2010

Lectura disuelta sobre el café



Se desdibujó la media luna. Mi codo apoyado en la mesa y el sol atravesando las cortinas azules. Un monstruo de espuma inofensivo se fue volviendo un mono mentiroso al que por momentos le crecía la nariz. La nariz se desprendió con decisión y el mono abrió la boca hasta desencajarla. Nació un escorpión lanzando sus besos hacia la orilla, perdió la cola, que se alejó serpenteando. La carita besucona se estiró en una curva perdiendo toda compostura y segundos después la cola hizo lo propio en el borde de enfrente. Cuando se hizo la calma sobre el café con leche terminé el desayuno.