Una larguísima y profunda respiración.
Los pensamientos que bullen se van templando.
Una pausa.
Refresco para los miembros tensos y agarrotados.
Silencio.
Los improperios se diluyen en la saliva de la boca cerrada.
Pausa, tiempo.
Las piezas encajan sin presión, sin dificultad.
Cada día me acerco más a la calma. La busco. La fabrico. La calma me mantiene lo suficientemente a salvo. Los enfrentamientos me desgajan. La mayor parte de las veces tan sólo hay que sentarse a esperar para que todo fluya.