Foto de Ángel Muñoz

lunes, 31 de diciembre de 2012

Del 12 al 13, salto al vacío




Las emociones han construido el suelo desequilibrante de los últimos meses. Las consabidas y las nuevas, las que han llegado con el ímpetu del dolor, con ese desgarro que nos tira contra las paredes; las de la desesperación, la desesperanza tal vez, que agota las fuerzas como una sanguijuela silenciosa; las emociones inútiles de los enfrentamientos que nos distancian y enfrían partes que antes eran cálidas, que parecía que siempre lo serían...; las de los hijos que crecen bruscamente, sin consideración alguna; las del viaje y sus sabores desconocidos; la de sentarse en las aceras con gente que mira como te gusta que se mire y grita haciendo su voz tuya, nuestra, contra las injusticias; la emoción del pincel y su magia, la del teclado y la suya, la del arte y la literatura y la poesía. La de reconocerse de repente y relajar los músculos que estaban en tensión por mirarse en espejos deformados. Y la risa, como una resistencia. La emoción del amor que se nota, que abraza y que permite, de cualquier modo, sobrevivir a todo lo demás, extrañamente.
Ya sabemos que se trata de esto, de lo que nos encanta y de lo que nos desencanta, es ese pulso vibratorio, en el que a veces nos rilamos, no siempre hay fuerzas, no siempre se sabe cómo. A veces sólo se trata de mirar, entre el pavor y la sorpresa, lo que nos ha ocurrido.
Empiezo el año, como siempre, sin propósitos de enmienda ni de futuro, pero con un par o tres de cosas aprendidas que puede ser que no sirvan de mucho o a lo mejor allanan el camino o mejoran mis pasos o mi salto al vacío.
Con tan pocas certezas me comeré las uvas mirando al mar, oscuro.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Tres hombres hablando bien de las mujeres





Con una casta, una voz y un dibujo excepcionales, Inma Luna hila lo vital y lo literario para que lo difícil parezca fácil y lo fácil tenga color y poso. El de Luna es aquí un recorrido hermoso por paisajes breves, enteros y lúcidos. Lean a Inma Luna. Lo agradecerán. 
(Alejandro Palomas)

Así es como me gustan a mí los cuentos, pulidos de flecos innecesarios, dosificando a conciencia la información suministrada con la que va avanzando la historia, justo lo necesario para que la digestión sea perfecta, con el tempo preciso, el lenguaje seco y contundente, adaptado a cada uno de los argumentos, la escritura al servicio de lo contado y no lo contado al servicio de la escritura, el tono camaleónico pero siempre acertado, los personajes absolutamente creíbles desde el primero de sus movimientos, desde la primera de sus frases, los diálogos reales, la flecha en el centro mismo de la diana cada vez que se dispara, la cuerda siempre tensa.
(Jordi Macarulla)
 
Inma es un chef en la cocina literaria; en el momento inesperado, el ingrediente que transforma sus cuentos en magníficos llega a la cita del sazón, asombrándonos. Se le da la magia de lo cotidiano y es capaz de ver la tragedia en un mundo diario donde otros sólo alcanzan a percibir el drama.
(Dante Medina)

martes, 11 de diciembre de 2012

La gran ola, un regalo

Mi querido amigo poeta y compositor José Blanco me envió este regalo hace un par de días: había puesto música a uno de los poemas de mi último libro "Existir no es otra cosa que estar fuera", La gran ola.

Lo más extraordinario es precisamente la extrañeza que me produce, lo ajenas y al tiempo reconfortantes que resultan esas palabras que han salido de dentro y ahora parecen estar fuera, porque existir no es otra cosa.

La gran ola, la que se lleva todo por delante, la que ahora parece querer embazarme, la que Jose ha sabido hacerme mirar de otra manera, sin el temor.

Algunas fotos que tomé en la isla de El Hierro han servido de envoltorio para este regalo.



sábado, 8 de diciembre de 2012

Mujeres que miran con los dos ojos

El arrojo, la imaginación, la constancia y la resistencia son las propuestas que, para cambiar las cosas, se plantean en las dos pelis que he visto en las últimas noches: la libanesa ¿Y ahora dónde vamos? y la francesa La fuente de las mujeres.
¿Y ahora adónde vamos?La fuente de las mujeresUna vez que los objetivos están claros, estos dos grupos de mujeres, de diferentes lugares y con distintos condicionantes, hacen acopio de todo su valor, apretando los dientes ante el dolor que chilla, con un ojo puesto en el dictado del corazón y otro en el de la razón, tiran por tierra absurdos e inamovibles dogmas de la tradición y la religión, que favorecen todo tipo de injusticias.


viernes, 7 de diciembre de 2012

Inmortalidad o la creación

Puede que todo el arte sea una misma cosa.
Es muy posible que escribir, dibujar, componer, cocinar, cantar, bailar, rodar, proyectar... nazcan de un órgano común e ignoto.


Construir un poema desde una cámara de fotos siendo quizá inconsciente, como de toda magia. 
Soñar un edificio, o imaginar tan sólo las nubes que rodean el amarillo.


Casi nada sabemos de la fuerza que mueve nuestra mano sobre el papel.


 Un tacto alentador, que inquieta, que se hace contracción productiva, contracción de dolor y júbilo, de parto.

El lienzo
devuelve
la imagen
del misterio.

Ha muerto Niemeyer.

Ya sabemos que NO.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Sudor de barandilla

Respondo de la angustia,
del dolor en el pecho.

Respondo de esta alegría loca
y de este llanto hiposo,
de los desgarros en la sábana,
la mancha color de mariposa,
el arrebato anímico.

Yo no sabía que se hacía tan largo
este camino al filo,
este sudor de barandilla.

Cuando vivía sin escalas
no había tantas olas.

Tampoco me brillaba el pelo tanto.

martes, 27 de noviembre de 2012

Este miedo tan grande


Una bola de acero, una bola de acero grande y fría, en la boca.
Moldea estalactitas en el paladar, acumula las lágrimas donde nace la lengua.
Hay demasiada corriente en esta vida y no sé qué puertas tengo que cerrar, o sí lo sé y no sé cerrarlas, o sí lo sé y no encuentro las llaves, o.
Pequeña, pequeñísima, diminuta, micrométrica.
Todos los muebles se me abalanzan, me quedo debajo, me tapo la cabeza, estoy a la espera de alguna combustión que me haga hoguera. Hoguera no es hogar.
Ahora tengo sed y no puedo beber en vasos llenos de agujeros.
Demasiados pasos por los pasillos. Tanta falta de aliento y de paisaje. Tantos espejos sin azogue.
Esta tristeza a la que no le doy permiso.
Este miedo tan grande.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Deudas de alegría

En actitud profesional le dije:
     - Me alegro de que te parezca que el proyecto tiene sentido.
     -Las cosas no tienen que tener sentido -respondió-, a mí los proyectos tienen que divertirme, hacerme aprender y ponerme en contacto con gente interesante.

Me recordó así la necesidad de no perder de vista el disfrute.
¿Quién me tarareaba el otro día a Silvio: ...la ciudad se derrumba y yo cantando?



Tal vez no deje de ser preciso, pararse para el juego, para saber si aún sabemos jugar a algo. Si no, es posible que, a pesar de todo, no merezca la pena tanto esfuerzo.

Y ya, ya sé qué es lo que pasa, pasa tanto para alejarnos de la risa.
Nos van dejando tantas deudas de alegría...

miércoles, 21 de noviembre de 2012

Calderos de pura agua


El estómago es el culpable. Se revuelve, se traga las intenciones y mete sus patas de víscera en el barro. Hace que se me olvide lo aprendido y baja las persianas. Cuando me deja esquelética, sólo entonces, parece que se tranquiliza. Mentira. Así no se juega. Elegí calma, ternura, firme ternura, lo elegí.

En su poema 40 dice Gsús Bonilla

para la brutalidad del sol
que nos quemaba el plumón

calderos de pura agua


Plumón -pulmón- estómago. Quiero corazón, esta vez, un corazón desdisgustado, templado, alegre, que afine, que atine, que no haga temblar el pulso ni excite el grito. Quiero calderos de pura agua.

martes, 20 de noviembre de 2012

La impertinencia de las metas


Adelantamos la consciencia hasta un lugar y plantamos la seña. Luego, jadeamos a lo largo de todo el camino. Perdemos el resuello mucho antes de abandonar la cama porque estamos tan lejos. Y mientras, por aquí, resulta que se cuela la luz y que hay pequeñas llamas calentando y huele bien y la sed se alivia. No lo percibimos, sólo miramos la larga y empinada cuesta.
Dónde plantamos la pica? Dónde nos va a esperar el sueño? Siempre lejos. Esta estructura levantada por los condicionantes va poniéndonos trampas. Y se pasan los días como si no tuvieran nada que decirnos cuando lo cierto es únicamente este respirar, este sencillo acto de darnos cuenta. Y disfrutarlo.

martes, 6 de noviembre de 2012

Más cosas sobre Existir, las que dice Agustín Calvo Galán





Agustín Calvo Galán, que a tanto poeta ha enredado en  Afinidades Electivas, ha leído Existir no es otra cosa que estar fuera y esta ha sido su impresión, que tan impresionada me ha dejado. Gracias!


Existir no es otra cosa que estar fuera.
Inma Luna
La Única Puerta a la Izquierda
(Sestao, Bizkaia, 2012)
La poeta madrileña (periodista y antropóloga dicen sus biografías)Inma Luna se reivindica como sujeto creativo en Existir no es otra cosa que estar fuera, su último libro de poesía. Al fin, desde un punto de vista no tanto literario como vital, parece que existir es el único combate al que nos permiten participar en el campeonato de la realidad. Y la cuestión es qué tipo de existencia queremos llevar cada uno de nosotros. ¿Tenemos la libertad de existir como nos dé la gana, aunque ello nos suponga estar expuestos al mundo; o estamos limitados por completo a existir en la teórica protección del grupo, la colectividad, la clase social, o la nación que nos ha tocado por nacimiento? Es decir, ¿estamos limitados a existir como nos dictan otros; o, por el contrario, podemos romper esas limitaciones? ¿A qué precio? Muchas son las preguntas en las que Inma Luna se adentra y no tiene pudor en mostrarnos sus dudas y temores ante ellas, pues escribe con las vísceras en la mano, que no de manera visceral, abriéndonos su interior en un acto de sinceridad y autoexigencia personal. Por otro lado, la realidad se va adentrando en el libro sigilosamente, en el transcurrir de los poemas, pero no como un marco costumbrista o como algo recreado, sino como un aquí y ahora plenamente asumido, con acciones concretas, objetos, situaciones en las que todos nos podremos sentir identificados:
Me recoloco en el sillón y me subo la falda.
No tengo prisa.
Por ello me atrevería a decir que Inma Luna practica una escritura natural, una literatura que fluye desde la comprensión compleja de lo que nos rodea; y se adentra, sin miedos ni sensiblerías, en los sentimientos contradictorios que nos invaden constantemente en el día a día. Siempre ajena a las convenciones literarias y estéticas y, sobre todo, a las formas preestablecidas, ella gobierna lo que escribe como posibilidad de existir en libertad, y no en busca de la paz consigo misma, sino más bien en busca de las paradojas que la hacen avanzar, que nos hacen avanzar:
Si nada malo nos pasara nunca,
nada que hiciese deseable la huida…
Pues la verdadera existencia es adrenalina y no paz, es conciencia y no olvido, es transparencia y no trauma; y por muy duro que sea, sólo en el esfuerzo, en la voluntad de ser somos, aunque…
(…)
aunque sería tan dulce,
a ratos, dejarse llevar.
Además, la intuición poética sobre la que avanza Inma nunca será una coartada para la resignación, sino un capítulo más en su lucha personal, que no difiere a la lucha de los otros seres humanos, -incluso la de aquellos que ignoran su propia lucha-, por existir plenamente. Así también encaja el sufrimiento, de manera similar a como Rilke lo hubiera definido, al servicio de una creación, de una obra compleja y completa:
Después de todo es a lo que he venido,
a sufrir hasta el fondo para que luego pueda ser contado.
Por supuesto, nunca desde la superficie, sólo hasta el fondo o desde el fondo una obra, un poema consigue mirarnos a los ojos e interrogarnos: porque a veces, afortunadamente, no somos nosotros los que leemos los poemas, son los buenos poemas, como los de Inma Luna, los que nos leen a nosotros y nos interrogan.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Las generosas palabras de la Cañamares

Mi hermana poética Ana Pérez Cañamares, hizo esta generosa presentación de mi último poemario Existir no es otra cosa que estar fuera. Y yo que hacía sólo unos días me había preguntado por la utilidad de presentar un libro... Sólo para que ella escriba algo como esto, sólo para que ella me lea mejor que me leo yo, sólo para poder darle las gracias siempre, sólo para eso merecería la pena. Léanlo, permítanse el placer.



Presentar a Inma Luna está entre el honor y el papelón, porque la conozco igualmente como escritora y como persona, y no podría decir cuál me gusta más, porque no las distingo. Primero la admiré y luego la quise; y no quiero exculparme con este orden de sentimientos; sí diré que he leído su libro dos veces, una intentando olvidar lo primero y otra haciendo por ignorar lo segundo. Y debemos de estar en las mismas, porque no sé cuál de las dos veces me ha gustado más. En fin, que tengo mucha suerte de leerla y quererla, junto y por separado.

Inma es una de las poetas más físicas y sensuales que conozco. Pocos como ella han usado tantas veces el cuerpo y sus miembros: si no estuvieran tan llenos de vida, sus poemas parecerían una mesa del instituto anatómico forense, abarrotados de pulmones, corazón, sangre, tripas, ovarios, vísceras y entrañas de toda clase. Probablemente, aventuro, es porque Inma intuye que el cuerpo sabe la verdad . Ella hace una traducción de lo que el cuerpo sabe y siente a palabras. Si Dios está entre los fogones -y los fogones tampoco son ajenos a Inma ni a su poesía-, la poesía está bajo la ducha, entre las sábanas, sobre el paritorio, en nuestros dolores de estómago o de cabeza, en los restos que deja la existencia.

Sin embargo, creo que este es su poemario menos orgánico en este sentido. No es que haya dejado la casquería, pero tengo la impresión de que su poesía, desde el mismo título, ha dado un paso hacia delante, y ahora importa no tanto lo de dentro sino la piel, en cuanto supone roce continuo con lo de fuera, la frontera entre el yo y el tú, el nosotros (“Estuve,/ellos me vieron”). Ha habido un desplazamiento del dentro al espacio entre el interior y el exterior. Este cambio se ve en los campos semánticos – el agua y la luz, omnipresentes, la arena, el viento, las nubes, las olas, las raíces-, en las identificaciones – con la tormenta, con los pájaros, con la hormiga-, en la forma de decir – no tan indirecta, tan onírica como antes, sino más clara, más reflexiva, más mestiza en todo caso- y sobre todo en la postura vital. “Los colores que manchan las entrañas” o “Descansar por fin/en una playa hasta que me desangre/y así la arena y yo seamos solo una”. El afuera está cambiándonos, influyendo, removiendo continuamente el adentro. Podemos estar solos, pero casi nunca somos solos.

Y aunque Inma haya abandonado, en parte, los túneles del cuerpo, yo la veo más desnuda que nunca. Menos escondida, más instalada en la intemperie, en parte dejados de lado estos interiores que le servían de refugio, porque los refugios son siempre circunstanciales, nunca definitivos. La veo más valiente en cuanto que abrazando el presente sin ocultar sus mecanismos de huida. El pasado está como camino, sin recriminación que podría robarle energía al ahora. Todo lo anterior aparece como lo inevitable para llegar hasta este momento que arropa y que rasca. Entre la inocencia y la culpa, está el lugar habitable donde todo es presente.

Inma sigue sin hacer concesiones al sentimentalismo. Quizá por eso parezcan poemas duros, porque no hay autocompasión ni autocomplacencia, no hay trampa. Sigue siendo la poeta que no tiene miedo de las palabras y que titula un poema “Mandangas”, que no las mistifica, que las usa como una masa y que, eso sí, considera tan importante el ajo como un buen vino, alimentar como entrar por los ojos. Creo que ella lo considera un poemario de transición, que a ella misma le resulta extraño. Yo añado que todos los poemarios son, o debieran ser, de transición. Cada poema debería ser un salto al vacío que contenga el vértigo y el paracaídas.

Porque para mí este poemario es una oda a la vida como riesgo. Somos los riesgos que corremos, viene a decir Inma. Somos el atrevimiento y la fragilidad sobre la que se apoya. Es también un poemario de reivindicación del juego, de jugar a ser niños siendo mayores, o de jugar a ser mayores siendo niños. Un juego en el que no siempre se eligen los juguetes, pero en el que todo se mira con curiosidad. No hay recetas, sino sólo el placer y el vértigo de seguir jugando, de girar en círculo para volver al principio, perderse en los laberintos y por el camino descubrir nuevas perspectivas. “Perder el equilibrio”, dice ella, “sin rompernos el alma”. Si acabamos la vida siendo bebés, por qué no volver a la niñez un poco antes. Disfrutar la perpetua tensión entre quedarse y huir, andar y parar, entrar y salir, viajar y disfrutar de nuestro sillón. Vivir es esta tensión y la decisión de hacia qué lado elegimos rendirnos en cada momento. Cómo no va a cansarse una de vivir si hasta de jugar se cansa. Pero sale el sol, una ola nos lame un pie, alguien nos besa en la nuca, y todo vuelve a empezar. La alegría, para quien se la trabaja. Aquí no se desprecia nada. Hay que “abrazar lo que venga”, ya sea la muerte, ya sea el amor, y hacer de ambas un tratado de buenas conductas y aprendizajes. Y si en algún momento huimos, que sea para contar lo que vimos en los rincones que nos cobijaron.

Y todas estas cosas tan sabias no las digo yo. Las dice Inma en este libro. Por eso hay que leerla, en sus poemas y en sus sonrisas. Quienes tengan, quienes tengamos esa suerte.

martes, 16 de octubre de 2012

Existir no es otra cosa que estar fuera

Este libro está lleno de poemas que son un misterio para mí.
Es un libro nacido de momentos extraños.
Es un libro de rarezas vitales.
De fotos movidas.
De apartamentos silenciosos y fríos.
De abrigo.
De metamorfosis.
De codazos para abrir hueco.
De espaldas que se alejan.
De balcones y paradojas.





Hendidura

Tu cara sobre mi tripa.
Absorbes fuerte hasta que sacas a flote mis ovarios.
Párteme por aquí,
deja que entre la luz hasta que nos abrase los pulmones
y ya no nos podamos volver a respirar.
Hiéndeme, que rebosen mis vísceras y me haga volcán.
Después de todo es a lo que he venido,
a sufrir hasta el fondo para que luego pueda ser contado.

sábado, 6 de octubre de 2012

Umami


Cómo no deshacerme la boca llena de flor eléctrica el temblor en el lacrimal la excitación de un millón de pellizcos en la lengua Pasear por la alfombra un deslizar de danza sin un paso incompleto sin un traspiés
como si se me hubiesen alargado los muslos y los ojos enormes rebosaran las cuencas llenándose de un brío envenenado volviéndome muy peligrosa Cómo no deshacerme entre las negras eclosiones nieve de chocolate niebla de azúcar y tantas transparencias en las copas Nadé en un agua de flores supe de todos los aromas me encontré con la gota colmadora helada la que todo lo eriza Quinto sabor umami

lunes, 17 de septiembre de 2012

Enfoques



Un día nos pararemos a pensar qué fue de nuestro sueño
y la tristeza nos molerá de frío
como si nuestras venas albergaran el viento.
Nos sentaremos abatidos y pasarán las horas.
Las encías se quejarán entonces de su desdentamiento,
ya no habrá nada que podamos morder.








miércoles, 29 de agosto de 2012

Hopper y el hombre del puesto de sandías

Hopper abre las ventanas. Sabe de la luz amarilla, de la luz gris, la mortecina, la primera, la del ocaso, la que cae sobre ella, sobre él, sobre nosotros.
Ese olor, es ese olor a paredes y a briznas secas, sin música, cine sin música, largos veranos junto al mar.
Cae la suave acuarela y azul se seca sobre el papel en Gloucester. Ese olor, es ese olor a silencio y a sol con gasolina, sin tiempo.
¿Qué piensan los personajes de Hopper? ¿Piensan?
Puede que se limiten a estar, existen si no piensan, puede.
¿Qué hay acerca del hombre que vende en el puesto de sandías por el que paso con el coche? ¿Es un hombre o es un personaje de un cuadro de Hopper que se mantiene sentado, al sol, entre las sandías? Bajé para preguntarle y el sol hizo brillar la piel bruñida de los frutos, los ojos del hombre sentado.
Estaba pintado y me ofrecía un cuarto de una sandía gigante y roja, su jugo se escurría como una gota de oleo aguado, sobre mi falda blanca, mi falda lienzo. Amarillo (sol), rojo y verde (sandía), blanco (mi falda). Los ojos perdidos del hombre que estaba, sin pensar, yo, sin pensar, parados, al sol, bajo ningún toldo en el puesto de sandías de la rotonda. Y los coches, pasando, la gente observa cada matiz, se acercan al cuadro, las yemas de los dedos a punto de rozarlo, sin ruido, miran la rutina, analizan el valor de las ventanas, su efecto decisivo en las caras, en las pieles y en un libro o un vestido. Estamos aburridos o tristes mientras el hombre coloca las sandías en un lado, la sombra va ganando terreno, llevamos horas aquí, mirando lo que ellos miran, como Hopper. El jugo de sandía se seca también sobre mi falda, se aclara y deja de significar algo. Cuando me asomo a lo que él ve entiendo los colores desvaídos, las vías del tren, la oscura profundidad de los teatros, el viento que envolvía a Thoreau en Cape Cod. Ese olor, es ese olor salado y perfumado de la lentitud del instante. El hombre del puesto de sandías me avisa de que es hora de cerrar. La arquitectura de la psicología, el puesto verde en la rotonda, sus formas geométricas, las frutas redondas ahora a oscuras en el interior. Nosotros fuera. La luz atenuándose.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Una nube y su impulso


Y no es que sea de quejarme, pero me está costando últimamente responder bien si me preguntan cómo ando. Total que llevo un par de días soñando un sueño y me está rellenando la alegría y, lo sé, es una locura alegrarse ahora y casi da vergüenza, pero tampoco nos hace bien este apretón de tuercas permanente, esta patada en el estómago que no somos capaces de esquivar.
Entonces veo que, a ratos, colgarme de esta nube de planear dulzuras y bollitos y arroz con leche y bocadillos de jamón de pato con manzana ácida o de salmón con queso y pesto, y ver tazas de té con el reborde de color dorado y florecitas y tartas de melocotón y de vainilla debajo de relucientes cúpulas; imaginar un sitio con aromas de especias y flores frescas en la mesas, con cajas de galletas en el escaparate y mermeladas de fresa y de futuro; imaginar ese lugar y hacerlo mío, envolverme con ese decorado y pensar que quizá desde ahí me encuentre un poco más en paz con este territorio inhóspito, ay, me está resultando pero que hermosamente tentador.

jueves, 2 de agosto de 2012

Canta el Niño de Elche, los muertos zapatean



Desde adentro germina un canto amplio
y se ondea, se ondea, se hace lírica
y se muere matando.
De esta masa se ha levado la rabia,
de este cante flamenco se han llenado las minas,
las botellas de vino,
la poesía.
Este seguramente es
el olor del tacón extrayendo la chispa a la madera
con todos sus sindientes
y sus barbillas pobres
y su hambre gritona y dolorida.
Muerde la noche los talones
y se enfurecen las guitarras.
Canta, niño, canta y despierta a los muertos,
reclama su memoria, crecida, ingobernable,
desata la tormenta en todas sus salivas.

domingo, 22 de julio de 2012

Soy una parias

Aún os escucho mientras sueño espinas de pescado, letras paridas con malformaciones, insensateces.
Escucho con inquietante precisión vuestras miradas al descascarillado de mis uñas, las pieles vegetales colgando de los brazos, el blanco de la mielina que supuro, que he dejado escurrir, pesada y lenta, por la baranda del balcón.
Soy esta nada, ya lo sabéis. La nada ingrávida para todos vosotros, la de los bolsillos más vacíos, la que no trae, la que no os vale, no os sirve, ya.
Recuerdo, mientras me esquináis, cuánto aprendí, qué ilimitado número de historias excitando las membranas plasmáticas, reproduciéndose, convirtiéndose en brillo.
Y la investigación, la búsqueda, sí, me acuerdo de eso, de las noches enteras dentro de las palabras, y me hacía feliz reconocer tanta sabiduría; cuánta emoción en el descubrimiento.
Mientras ahora punzáis mis huesos buscando utilidad no se me olvida el misterio absoluto de crear, alumbrar algo nuevo, algo que antes no era. El milagro de todo concebir.
Recojo el portafolios que habéis tirado al suelo. Soy este hueco que no necesitáis. Venía a hablaros de amor y de poesía, no digáis nada, me he dado cuenta ahora: soy una parias.

domingo, 8 de julio de 2012

Quién se ha llevado mi vía?



Preparo cada día para partir de un cero, de un cero sin conjunto, sin vacío, de un cero con ínfulas de catapulta.
Antes de que los pies toquen el suelo, las pinzas de la ropa me crujen el estómago, dejando marcas en la piel, dando de sí los bordes, urgiéndome al planchado.
Humedezco los labios para poder hablarme, aconsejarme bien sobre la vida y las personas, componerme recetas de autoayuda que me animen los poros, que soplen en los filtros para que entre algo más que densidad.
Planeo maletas, compongo cantos nuevos, tiño los cobertores del sofá, dibujo besos huecos.
Un pie detrás de otro, falseando un camino que sé que, indefectiblemente, se disuelve, que me reta a una exploración para la que me faltan fuerzas.
Y otra vez a mirar en derredor, otra vez a invadirme de preguntas. No soy yo la que asalta los paisajes con la flor en el pelo, o sí soy esa a ratos y, a menudo, me aparezco en un sueño profundo, invalidante, un correr sin llegar, sin tener sitio alguno al que poder hacerlo.
Creo que hay alguien ahí al lado, unas veces lo creo, otras, no tanto.

miércoles, 4 de julio de 2012

Detente y endulcémonos




Se sobreponían las horas y las cargas, de un intenso mate, brumoso.
Cualquier efluvio tiende a la condensación,
tanta discapacidad,
tanto trabajo inútil, perdiendo siempre, luchando contra nada.
Pelando flores como quien busca las razones primarias de la belleza,
sin ver, cegada por cúmulos de lágrimas que se vierten empapando el envés.
Y sé que ahora es tiempo de creación, no de descubrimiento.
No se me olvidan los tactos de la carne,
todo el tocar,
todo el saborear,
frente a estos chorros de la lluvia prosaica, acartonada,
frente a las cosas del comer,
las cosas del querer,
los días de cosecha húmeda y aromática,
los días sin dinero,
las noches abisales y limpias, llamándonos a gritos.
Stop in the name of love,
ahí, la vida.
Detente y endulcémonos.


lunes, 18 de junio de 2012

Celebración aguada

Lejos de la fiesta, me marcho ahora para cumplir años, con la desgana al hombro como un pastel torcido, unas palabras pronunciadas en un idioma extraño como quien dice nada.
Ya sabemos, ya sé, que tampoco se trata de llegar a algún sitio pero tal vez se aspira, en cierto modo, a aprender la lección y el ritmo regular del pasar de las horas.
Esta semana cumplo años y me faltarán besos y caricias, me faltarán sus halagos constantes y sus chistes. Cumpliré años en una larga celebración sin música, una boda gitana entristecida.
Te echo tanto de menos que no podré soplar la vela porque se me han aguado los deseos.

viernes, 8 de junio de 2012

Se me nota que no tengo ganas

Parece que mientras no estuve por aquí alguien cubrió los muebles con enormes sábanas, aprestadas y blancas. Ventilo la casa y las cortinas vuelan hacia la calle como velos de novias que quieren escaparse del convite.
Siempre pensé que mi tristeza no me dejó crecer, que mientras la alegría me sale por los ojos y los dientes, hay una bola densa de vacíos que me arrastra hacia suelos muy blandos y de colores feos.
En la escritura viven todos los desperfectos y esto es raro.
Observar cómo van atragantándose mientras yo me deslizo entre todos vosotros como si fuese una persona, con esta cara de persona, con este cuerpo de persona, normal.
Y pasan las cosas de la vida, las cosas de la muerte, y miro los cipreses detrás del carrefour y lloro imaginando la cama fría de mi padre en ese cerro con vistas al centro comercial, y cojo el coche y, mientras voy cantando una canción horrible y pegadiza, me asalta la certeza de que ya nunca volveré a oír sus piropos y lloro de nuevo en el semáforo, que parpadea naranja y se emborrona sin saber que mi padre no está y me ha dejado triste para siempre, aunque yo ya lo estaba.
Se me nota que no tengo ganas, se nota que intoxica el olor a aguarrás de esta habitación, los pelos de mi perra, se nota que le pongo más sal a las comidas, y montones de especias, porque nada me sabe como antes. Se me nota que no tengo ganas, que estoy como de paso, que algunas veces miro hacia la nada cuando te estoy besando, la nada que es un pasillo largo de luz artificial.
Somos poco, una pizca, sobre todo la gente como yo, que no sabe crecer ni puede.

viernes, 11 de mayo de 2012

Tanto cable pelado tentándome los sesos





Se ciernen,
y qué puede hacer la madre,
qué puede hacer la hija,
qué puede hacer la novia.
Se ciernen,
amargan todas las almendras,
asolan con el peso bruto,
brutal.
El recorrido de una
dos
tres
flores secas, repentinamente secas,
regadas por un agosto negro,
inadecuado,
que enceguece,
deja
únicamente
la carcasa
vacía,
vaciada,
vacua.
Y
tanto cable pelado tentándome los sesos.



martes, 10 de abril de 2012

Obsesión por las ventanas


Me gustaría pensar que no adquiero ninguna responsabilidad cuando atravieso los cristales con los ojos, cuando despliego el zoom para acercarme, para acercarme más, para acercarme a todo, para meterme dentro. Pensar que no os estoy robando nada cuando rasco la capa de pintura para ver qué hay debajo, dejando el desconchón como una prueba silenciosa del expolio.
Husmeo y justifico cualquier curiosidad por dañina que sea.
No sé cómo calmar esta ansia de historias y de gente.

viernes, 16 de marzo de 2012

Las ideas florecientes de una calavera

No es que me levante y me acueste en actitud reflexiva. Si bien es cierto que paso muchas horas en la postura del loto, con el ordenador sobre las piernas, eso tendrá, supongo, su meditabunda influencia. Eso y la inactividad laboral, la falta de horarios, el trasnoche...
Sea por lo que sea, noto que bullen las preguntas -inconcretas, carentes de materia útil, sin letras ni signos de interrogación- y que persiguen respuestas que parece que pasan por aquí, por delante del sofá, por debajo de la estantería, que se huelen pero, con las mismas, se esfuman y me dejan en ascuas. Es una dinámica sin compensación, a ratos estéril, a ratos fructífera, que acaba en tablas. Me deja con las piernas doloridas, con sensaciones encontradas de avance y retroceso. Mucha metapoesía de cocina mientras las emociones reclaman un empuje, nutrición. Se me ocurren millones de cosas sin sentido como pintar la caja de las naranjas para que cobre vida o triturar los versos en un pasapuré que me compré en los chinos. Es probable que precise una ducha de neuronas o abonar tanta farsa y dejar que germine.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Tanta pregunta inútil, el collage

Dónde está lo relevante?
Son las preguntas fáciles del desconocimiento,
la ingente cantidad de preguntas.
Traslado la cuestión a la poesía
porque exijo de ella resultados,
que me explique todo lo que no entiendo,
tanto bosque
y tanta rectitud
silencio
no contesta.

lunes, 5 de marzo de 2012

Insomne

Habremos de salvarnos de algún modo
del dolor agrietado
de los muros resecos
de la falta de oxígeno
del desamor y el hábito onanista
de arañarnos el párpado.
Oscura y silenciosa
la almohada se calienta
con este pensamiento voraz
insatisfecho, estéril
de culebra y migraña
de desaliento y ruina.
Otra vez el insomnio puntiagudo
con su cara de ausencia
su eco redundante
el paisaje infecundo de las horas vacías.

viernes, 2 de marzo de 2012

El estómago de la poesía, un poema de José Blanco

Curiosamente relacionado con mi último post, pero escrito con anterioridad, este poema con corazón de poema de mi querido José Blanco. Lo disparó una conversación a bocajarro entrepoetizada a la que nos empujó nuestro común dinamizador Uberto Stabile.


EL ESTÓMAGO DE LA POESÍA
Poema dialogado con Inma Luna.

Hablamos de escribir           de escribir poesía
y la palabra adquiere la cualidad de lo inevitable
confrontamos diferencias       reafirmamos complicidades
nos veo como dos rumiantes           con el estómago compartimentado
donde fermenta la experiencia           tú sientes que no habrá vuelta atrás
la eclosión puede alcanzar proporciones laberínticas           puede ser
yo prefiero hablar de alianzas                  cuanto más manejemos de nosotros mismos
más honesta será acaso               tanto más comunicable
sé que no estamos hechos                  para andar regurgitando sin sabores
desmenuzando daños            tratando de digerir un reality
que no hay quien se lo trague no tenemos elección
somos este insomne deglutir en las lindes de la náusea
nuestro estómago           modesto y delicado
impone su actividad ciega            obstinadamente:
mezcla el contenido         y extrae con su ácido
las palabras las                palabras del poema
lo que nos sea dable conservar
entre el acíbar y la maravilla
el resto al menos servirá de abono

(Barakaldo, 16 de febrero de 2012)

viernes, 17 de febrero de 2012

A la poesía no se la comen los gusanos

Ayer, recital en el instituto Beatriz Galindo. Después de mi lectura, el poeta Emilio Porta advierte al alumnado de que la poesía es ANTE TODO UN GÉNERO LITERARIO, que no basta con que transmita emoción, que tiene que estar sujeto a unas reglas y ser LITERATURA.
No sé si lo decía por mí, es probable que hablase en general pero..., como yo acababa de leer, y la que se pica ajos come, y la boca me ha sabido a ajo durante toda la noche porque no he podido digerir ese dogma ni mi torpeza al quedarme callada, en aras de aliviar mi tránsito lírico digo que para mí SÍ, la poesía es EMOCIÓN, es transgresión, es conmoción y es denuncia, es rasgar las cortinas opacas y asomarse a lo otro, hablar desde el estómago y desde el corazón, desde los pies, desde las manos y desde las neuronas, darle vuelta a los ojos hasta mirar en blanco, cerrar los párpados para desentrañar lo negro. La poesía es trascendencia y está viva y se retuerce y explora y sale de sí misma. Es un inmenso interrogante, es una enfermedad, un bicho, un pellizco, una sacudida, un grito y un doloroso desnudo desde la humanidad, desde la búsqueda. La poesía es un modo de vida, un trago inextricable, un golpe, un animal; es una combustión, un canto hecho de bilis, de ironía, de deseo, de instinto; una complicidad, un regalo, una angustia, retortijones y miedos, un vértigo, un verbo resbaloso, grumos y atascos, indecisión sobre las teclas, uñas rotas y rabia, rincones llenos de pelusas, clarividencia.
Cuando leo un poema, cuando escucho un poema, cuando escribo un poema, y vibro, no pienso en géneros ni en clasificaciones, me entrego y me emociono, sé que es poesía porque huele a poesía, porque sabe a poesía porque me hace poesía, porque está viva y no se la comen los gusanos.

martes, 7 de febrero de 2012

Donde no pueden alcanzarme


¡Ah, volver a nacer, y andar camino,
ya recobrada la perdida senda!
(Antonio Machado)







La frente pegada en el cristal,
observo la inclemencia de la que me he librado.
Cada verso me sirve de defensa
contra la bota sanguinaria
que marcha por ahí
espachurrando margaritas.
Me encuentro sola en esta plaza,
la de la incertidumbre y el delirio,
donde no pueden alcanzarme
quienes no saben nada de lo humano,
los que se sientan sobre los portafirmas
en los que archivan hojas de despido
y piden un café, y un bollo.
Lejos de sus impulsos de parásito,
mis poemas silvestres,
mis campos sin abono,
mi voz sin rédito,
mi culo sin asiento,
mis cabos libres,
mi palabra sin siglas.
Todo lo que me deja sin aliento
desde que me pusieron en la calle
por no seguir doblándome bajo su yunta.

miércoles, 1 de febrero de 2012

No sabía que sería poeta

De tus recuerdos infantiles
corre un nuevo tiempo por el jardín.
Te tumbaste en la hierba
y quisiste verme crecer.
(Kate Næss)

Tengo en mis manos el exquisito número 47 de Cuadernos del Matemático, con quienes colaboro por primera vez. 
Me viene a la memoria el tiempo en el que conocí la revista. Aquellos años de poesía despoblada e impropia, llena de recetas, recortes y estiramientos pero con el indulto de las ganas.
Leía la revista y sabía lo lejos que me quedaba todo aquello. 
Luego abría el cuaderno rojo, con espiral, imitaba con pobres resultados sobre el hule estampado, en la cocina.
Años antes, cuando iba a clase de mecanografía, en un pisito oscuro con olor a repollo, hacía que copiaba del manual pero nunca copiaba, siempre inventaba historias, disparates, escalofríos..., que luego hacía trizas sobre la papelera.
La tarea ineludible de seguir escribiendo para nadie, para entrenar los dedos, o el corazón.
Ahora leo mis poemas en los Cuadernos del Matemático, junto a poetas, a amigos, a queridos amigos, y me siento mayor. Me leo sin complacencia pero con orgullo, con alegría. 
Ya he estado en muchas partes, he conocido a mucha gente, algunas veces he encontrado la manera de decir lo que quiero, algunas veces me he sentido escuchada, algunas veces las palabras me han dado la palabra.
No sabía que sería poeta hasta hace un rato.
El rato que dura media vida.

martes, 31 de enero de 2012

Hacer, dejarse hacer



Ninguna resistencia
blandura
calma.

Las tormentas golpean nuestras cabezas
a veces
de la forma más tonta.
Trazan heridas
descalabros.

Horas buscando el camino de vuelta
al lugar de la paz
al sitio
                                                                                                        en el que estaba todo
                                                                                                        antes.
                                                                                                        El hogar.

Esquivando los cientos de huesos puntiagudos que pueden rajarte la garganta. Modificando el paso para irlo ajustando a una senda menos ortigada, a un campo más abierto. Las palabras exploran, los ojos consideran.
Se van viendo los rayitos de sol, se va templando alrededor el clima.
Abrazo.
Unas notas suaves.
Desenredo.
Replegarse, abandonar las resistencias, dejarse hacer después de haberlo hecho.


viernes, 20 de enero de 2012

Rui Costa, morir en medio de la tristeza

Mi querido Uberto me anunciaba esta mañana la muerte del poeta portugués Rui Costa, con el que compartimos palabras ibéricas, encuentros y noches de norte y de sur peninsular.
Siempre le imagino en esta foto borrosa y le recuerdo en una larga charla nocturna, en una barra, también desenfocada por las horas y el alcohol. Frases no acabadas, introspecciones, descreimientos, saudades inconcrentas.
Traducciones poéticas en servilletas de papel. Libros y citas compartidas. Ahora Rui se ha ido, arrastrado, sospecho, por una gran tristeza.
Buscaba la última foto que nos hicimos juntos, en Povoa, hace un par de años. No la encuentro. También salió desenfocada.

Autobiografía
no lo necesito pero tú sabes cómo yo soy
me encamino poco me divierto así en las copas
de los árboles soplando pensamientos para el mundo que hay de noche.
las personas cuando se despiertan son otras, ya lo sabías,
esa niebla contemporánea del miedo pequeñito
que perdemos en las ciudades y en los cuerpos, tú entraste
antes que yo en los juegos, el azufre de la música y el
lazo del hechizo, inocente hombre breve que sueña
tú bien sabes
Después alquilé la bruja durante una vasta noche.
y mi vida cambió, la noche creció,
el vértigo me ardió en los brazos hasta la sangría
del tedio cuando para siempre juzgué que te perdía.
En la lucha perdí uno o dos brazos,
más que lo que tenía. pero esta memoria es un palacio,
son corales en el pensamiento. jardines y fantasmas,
el corte en las manos sorbiendo, niño estratosférico
y profundo: sin brazos y ahora sin nada más.
no me entendiste, me llené de furia.
es un arte, quería decir, matar sin retroceso y atraso-
ah aquellos brazos para apoyar las manos-,
sin el miedo ronco sin el suelo que es poco.
segando. saturno. y. el. viento. en. la. proa. irguiendo.
el: navío: en: el: mar: parado: parado: completamente.
parado. cómo decirlo? no decirlo. yo soy. una vida
horrenda y múltiple. y ahora descanso
acostado en estas manos que mecen
sin apoyo, sabes, naciendo de tus ojos
por la mañana


el tamaño impensable de las flores
me agarra al suelo

y no sirve de nada encontrar un lugar
donde pueda ser cualquier cosa

RUI COSTA

Con mi recuerdo, con mi cariño, con mi tristeza.

viernes, 13 de enero de 2012

Analítica

Les doy mi brazo.
Se me ha acabado el miedo a ver fluir mi propia sangre.
Mientras extraen, suave y poderoso, el líquido,
pienso que ahí, en lo rojo, en lo negro,
están todos los verbos y todos los asuntos
o puede que sea sólo química
o una fotografía de virus y de vicios
como una confesión
como una indefensión
como un relato de cosas que he comido, besado u olvidado,
un caliente chupito ya sin pálpito,
unas gotas de savia 
o de veneno.



lunes, 9 de enero de 2012

Los resortes del miedo


Me sitúo en la avanzadilla y siempre me retiro el flequillo de la cara. Abro la boca, hablo, hablo. Tengo razones, variedad de respuestas. Mastico vértigos y luego hago pompas rosas con ellos. Digo y desdigo a zancadas.
Parece que sé.
Los nudos que me hago dicen no.
A tientas, con los dedos temblando, busco, busco -con el cosquilleo de la sangre revuelta-, busco una mano
creo.
El paladar se enfría cuando llega la hora de.
Sube el cierre y no te extrañes si salgo corriendo o me recojo, son los resortes del miedo o su reflejo.

domingo, 1 de enero de 2012

El mundo en un pez




Te decía esta mañana mientras valseábamos en nuestra balsa que ya no tenemos edad para este lúdico modo de despertarnos, que ya deberíamos, a estas alturas, tener el horizonte claro, saber adónde ir cada mañana y cada tarde, dejar de improvisar como si no le debiésemos nada a nadie, aburrirnos a ratos. Yo, hace unos años, estaba casi, casi estaba segura de la vía por la que discurrir, estaba encarrilada, creo. Ahora esto es un continuo replanteo, un sacudir las migas del mantel día tras día, a la espera de ver lo que se pone encima de la mesa, un poco de sal que añadas tú, aromas que a mí se me vayan ocurriendo y, luego, lo que aporta el derredor, eso que zarandea y nos inquieta, la pólvora cercana y los ecos de la calle de enfrente, del vecino de al lado. Sin trabajo, sin casa, a estas alturas, sin un cachito de tierra donde sembrar las fresas..., será para poder seguir lanzando sedales a la vida hasta que me pique en la mano el pez del sueño y sepa cómo transformar estos deseos o sigamos así dejando tan amplísimo espacio a la sorpresa.
Con los palillos como dedos nos llevábamos ayer a la boca este otro pescadito, pez mantequilla y trufa, cerrábamos los ojos y el sabor afloraba a todos los rincones del sentido, cerrábamos los ojos, nos olíamos, éramos dos y parecíamos el mundo, ése que imaginamos.