Ninguna resistencia
blandura
calma.
Las tormentas golpean nuestras cabezas
a veces
de la forma más tonta.
Trazan heridas
descalabros.
Horas buscando el camino de vuelta
al lugar de la paz
al sitio
en el que estaba todo
antes.
El hogar.
Esquivando los cientos de huesos puntiagudos que pueden rajarte la garganta. Modificando el paso para irlo ajustando a una senda menos ortigada, a un campo más abierto. Las palabras exploran, los ojos consideran.
Se van viendo los rayitos de sol, se va templando alrededor el clima.
Abrazo.
Unas notas suaves.
Desenredo.
Replegarse, abandonar las resistencias, dejarse hacer después de haberlo hecho.
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