Foto de Ángel Muñoz

miércoles, 29 de abril de 2009

Corazones, balcones...

La última presentación de 23 Pandoras en Pipo fue toda una delicia. Acogedora y llena de buenas vibraciones. Eso hay que agradecérselo a quienes nos acompañaron esa tarde con los corazones abiertos y escuchando con ganas. Luego, además, un buen rato de charla pandórica. En fin, todo un lujo que añade emoción al libro. Vuk y Ana son dulce compañía para turnar poemas. Besos, besos y besos para todos los que hacen magia.
Aparte, casa nueva, mudanza agotadora y feliz. Ahora creando hogar, poniendo cada cosa en un nuevo sitio, abriendo los balcones y respirando vida. El viernes vuelo para traerme la compañía que me falta.

viernes, 24 de abril de 2009

3 eran 3 de 23

HOY VIERNES 24 DE ABRIL

ANA PÉREZ CAÑAMARES

DÉBORAH VUKUSIC

INMA LUNA


3 DE 23 PANDORAS



Asociación cultural PIPO LAVAPIÉS
c/ Primavera 3
a las 21hs.

jueves, 23 de abril de 2009

Moguer está en Béjar



Si Orihuela se va a Béjar, es que Moguer se va a Béjar. Y si Orihuela y Béjar y Moguer me dicen que vaya, pues yo voy feliz. Allí nos encontramos como antes en el sur, con las mismas ganas.

Dando las mismas VOCES en el EXTREMO

martes, 21 de abril de 2009

Controversias



Estoy leyendo El arte del placer, de Goliarda Sapienza, una siciliana que nació en 1924 y que dedicó nueve años de su vida a escribir esa novela que no llegó a ver publicada. Nadie se atrevió. Pero ella sí, ella escribió la historia de Modesta, una mujer confusa a la búsqueda del placer, una mujer que llegó a pensar que tenía sentimientos de hombre porque buscaba la libertad y gozaba con el sexo. Goliarda se encerraba casi todo el día para mirar fijamente a Modesta y escribir con bolis de punta fina su larga y complicada historia. Me conmueve su valentía. Aprendo de ella.

(La foto la hice el mes pasado en el metro de París. Parece que también a algunos parisinos les puede molestar un beso, también...)



martes, 14 de abril de 2009

Temblor de fondos


Metida en cincuenta berenjenales, espero que no se me vaya el pie y clave los dientes en el suelo.

martes, 7 de abril de 2009

Qué extraña escena describes y qué extraños prisioneros. Son iguales a nosotros.



Un empleo y una casa para Dani (Gente Digital)

Un joven recibe como premio un viaje por ser el cliente número veinte millones de un centro comercial, pero éste lo rechaza: está en paro y sin casa, no puede permitirse esos lujos. El centro comercial decide cambiarle el premio, y le ofrece un puesto laboral y una casa durante un año...






"En la fachada del Centro, sobre sus cabezas, un nuevo y gigantesco cartel proclamaba, VENDERÍAMOS TODO CUANTO USTED NECESITARA SI NO PREFIRIÉSEMOS QUE USTED NECESITASE LO QUE TENEMOS PARA VENDERLE" (La caverna, José Saramago)

Dani no había leído La caverna. Tampoco leía el periódico ni le gustaba el café. Sin embargo pasaba horas hojeando la prensa y tomando pequeños sorbos de una taza que reposaba sobre la mesa del jardín. El periódico, el café y el jardín eran falsos. Tampoco Dani existía. Había surgido de la imaginación de un grupo de creativos publicitarios. Le habían escrito el guión de su vida y le habían construido una casa transparente en medio de un centro comercial. Al chico que era antes de convertirse en Dani le pareció una idea divertida y una forma sencilla de ganar dinero sin salir de uno de los lugares que más le gustaban, el centro comercial.
Se despertaba cada mañana cuando se alzaban los cierres del Alcampo y se daba una ducha rápida intentando esquivar las miradas y risas de las cajeras. Desayunaba la marca de cereales y de leche que decidían sus jefes, se vestía con la ropa que ellos le facilitaban y se sentaba a fingir que leía las revistas que habían seleccionado para él. Por la tarde le visitaban un par de falsos amigos con los que simulaba que se divertía durante algunas horas.
La gente se acercaba hasta la casa de Dani y le observaban, unos con curiosidad, otros con envidia. Algunos niños le lanzaban monedas, apuntaban a su cabeza, le herían. Algunas chicas intentaron conseguir su número de móvil pero él tenía prohibido interactuar con los clientes del centro comercial. Las ventas se elevaron de manera considerable. Todo el mundo quería ser como Dani, vestir como Dani, comer como Dani, tener la casa decorada de la misma forma... Los directivos del centro aprovechaban el tirón.
Un día los amigos del chico que había sido antes de convertirse en Dani pasaron a saludarle, le llamaron por su nombre pero él no les reconoció ni sabía por quién preguntaban. Otro día se acercó por allí su madre, le llevó una tortilla de patatas, jugosa y doradita, como a él le gustaban, pero el chaval ya había olvidado sus propios gustos y tampoco recordaba a esa señora que lanzaba hipidos llamándole Juan Carlos.
Pasaron los años. Dani nunca salió de aquella casa transparente y hermética, no lo NECESITABA. De todos modos aunque hubiese querido no habría podido hacerlo, lo ponía bien claro en la letra pequeña de su contrato.

domingo, 5 de abril de 2009

1.973 km., proximidad



Estoy sentada en el sillón. Escribo. Me asomo a la ventana. Veo una paloma acurrucada en el alero sucio del tejado. Pienso 1.973 km. Pienso tierra, sur, mar, isla, tú. Quiero sentarme allí, en tu cuarto, tirarme junto a ti en el suelo, acurrucarme igual que la paloma, hacerme bálsamo. El teléfono me arde en la oreja. Las ondas huelen. Traen un poco de sal y me escuece la herida que me hago en el labio, mordiéndome el destierro. Estoy aquí, en el centro, oigo el rumor del agua subterránea y dejo que los mínimos riachuelos transporten partículas de piel, aprovechen lo que tengo de acuática, me desintegren y me arrastren. Quiero nadar 1.973 km. y acariciar tu espalda con las manos mojadas hasta que no precises analgésicos.