Foto de Ángel Muñoz

martes, 31 de enero de 2012

Hacer, dejarse hacer



Ninguna resistencia
blandura
calma.

Las tormentas golpean nuestras cabezas
a veces
de la forma más tonta.
Trazan heridas
descalabros.

Horas buscando el camino de vuelta
al lugar de la paz
al sitio
                                                                                                        en el que estaba todo
                                                                                                        antes.
                                                                                                        El hogar.

Esquivando los cientos de huesos puntiagudos que pueden rajarte la garganta. Modificando el paso para irlo ajustando a una senda menos ortigada, a un campo más abierto. Las palabras exploran, los ojos consideran.
Se van viendo los rayitos de sol, se va templando alrededor el clima.
Abrazo.
Unas notas suaves.
Desenredo.
Replegarse, abandonar las resistencias, dejarse hacer después de haberlo hecho.


viernes, 20 de enero de 2012

Rui Costa, morir en medio de la tristeza

Mi querido Uberto me anunciaba esta mañana la muerte del poeta portugués Rui Costa, con el que compartimos palabras ibéricas, encuentros y noches de norte y de sur peninsular.
Siempre le imagino en esta foto borrosa y le recuerdo en una larga charla nocturna, en una barra, también desenfocada por las horas y el alcohol. Frases no acabadas, introspecciones, descreimientos, saudades inconcrentas.
Traducciones poéticas en servilletas de papel. Libros y citas compartidas. Ahora Rui se ha ido, arrastrado, sospecho, por una gran tristeza.
Buscaba la última foto que nos hicimos juntos, en Povoa, hace un par de años. No la encuentro. También salió desenfocada.

Autobiografía
no lo necesito pero tú sabes cómo yo soy
me encamino poco me divierto así en las copas
de los árboles soplando pensamientos para el mundo que hay de noche.
las personas cuando se despiertan son otras, ya lo sabías,
esa niebla contemporánea del miedo pequeñito
que perdemos en las ciudades y en los cuerpos, tú entraste
antes que yo en los juegos, el azufre de la música y el
lazo del hechizo, inocente hombre breve que sueña
tú bien sabes
Después alquilé la bruja durante una vasta noche.
y mi vida cambió, la noche creció,
el vértigo me ardió en los brazos hasta la sangría
del tedio cuando para siempre juzgué que te perdía.
En la lucha perdí uno o dos brazos,
más que lo que tenía. pero esta memoria es un palacio,
son corales en el pensamiento. jardines y fantasmas,
el corte en las manos sorbiendo, niño estratosférico
y profundo: sin brazos y ahora sin nada más.
no me entendiste, me llené de furia.
es un arte, quería decir, matar sin retroceso y atraso-
ah aquellos brazos para apoyar las manos-,
sin el miedo ronco sin el suelo que es poco.
segando. saturno. y. el. viento. en. la. proa. irguiendo.
el: navío: en: el: mar: parado: parado: completamente.
parado. cómo decirlo? no decirlo. yo soy. una vida
horrenda y múltiple. y ahora descanso
acostado en estas manos que mecen
sin apoyo, sabes, naciendo de tus ojos
por la mañana


el tamaño impensable de las flores
me agarra al suelo

y no sirve de nada encontrar un lugar
donde pueda ser cualquier cosa

RUI COSTA

Con mi recuerdo, con mi cariño, con mi tristeza.

viernes, 13 de enero de 2012

Analítica

Les doy mi brazo.
Se me ha acabado el miedo a ver fluir mi propia sangre.
Mientras extraen, suave y poderoso, el líquido,
pienso que ahí, en lo rojo, en lo negro,
están todos los verbos y todos los asuntos
o puede que sea sólo química
o una fotografía de virus y de vicios
como una confesión
como una indefensión
como un relato de cosas que he comido, besado u olvidado,
un caliente chupito ya sin pálpito,
unas gotas de savia 
o de veneno.



lunes, 9 de enero de 2012

Los resortes del miedo


Me sitúo en la avanzadilla y siempre me retiro el flequillo de la cara. Abro la boca, hablo, hablo. Tengo razones, variedad de respuestas. Mastico vértigos y luego hago pompas rosas con ellos. Digo y desdigo a zancadas.
Parece que sé.
Los nudos que me hago dicen no.
A tientas, con los dedos temblando, busco, busco -con el cosquilleo de la sangre revuelta-, busco una mano
creo.
El paladar se enfría cuando llega la hora de.
Sube el cierre y no te extrañes si salgo corriendo o me recojo, son los resortes del miedo o su reflejo.

domingo, 1 de enero de 2012

El mundo en un pez




Te decía esta mañana mientras valseábamos en nuestra balsa que ya no tenemos edad para este lúdico modo de despertarnos, que ya deberíamos, a estas alturas, tener el horizonte claro, saber adónde ir cada mañana y cada tarde, dejar de improvisar como si no le debiésemos nada a nadie, aburrirnos a ratos. Yo, hace unos años, estaba casi, casi estaba segura de la vía por la que discurrir, estaba encarrilada, creo. Ahora esto es un continuo replanteo, un sacudir las migas del mantel día tras día, a la espera de ver lo que se pone encima de la mesa, un poco de sal que añadas tú, aromas que a mí se me vayan ocurriendo y, luego, lo que aporta el derredor, eso que zarandea y nos inquieta, la pólvora cercana y los ecos de la calle de enfrente, del vecino de al lado. Sin trabajo, sin casa, a estas alturas, sin un cachito de tierra donde sembrar las fresas..., será para poder seguir lanzando sedales a la vida hasta que me pique en la mano el pez del sueño y sepa cómo transformar estos deseos o sigamos así dejando tan amplísimo espacio a la sorpresa.
Con los palillos como dedos nos llevábamos ayer a la boca este otro pescadito, pez mantequilla y trufa, cerrábamos los ojos y el sabor afloraba a todos los rincones del sentido, cerrábamos los ojos, nos olíamos, éramos dos y parecíamos el mundo, ése que imaginamos.