El estómago es el culpable. Se revuelve, se traga las intenciones y mete sus patas de víscera en el barro. Hace que se me olvide lo aprendido y baja las persianas. Cuando me deja esquelética, sólo entonces, parece que se tranquiliza. Mentira. Así no se juega. Elegí calma, ternura, firme ternura, lo elegí.
En su poema 40 dice Gsús Bonilla
para la brutalidad del sol
que nos quemaba el plumón
calderos de pura agua
Plumón -pulmón- estómago. Quiero corazón, esta vez, un corazón desdisgustado, templado, alegre, que afine, que atine, que no haga temblar el pulso ni excite el grito. Quiero calderos de pura agua.
1 comentario:
Nada mejor que el agua pura para fluir sin impurezas.
Saludos.
Publicar un comentario