¡Ah, volver a nacer, y andar camino,
ya recobrada la perdida senda!
(Antonio Machado)
La frente pegada en el cristal,
observo la inclemencia de la que me he librado.
Cada verso me sirve de defensa
contra la bota sanguinaria
que marcha por ahí
espachurrando margaritas.
Me encuentro sola en esta plaza,
la de la incertidumbre y el delirio,
donde no pueden alcanzarme
quienes no saben nada de lo humano,
los que se sientan sobre los portafirmas
en los que archivan hojas de despido
y piden un café, y un bollo.
Lejos de sus impulsos de parásito,
mis poemas silvestres,
mis campos sin abono,
mi voz sin rédito,
mi culo sin asiento,
mis cabos libres,
mi palabra sin siglas.
Todo lo que me deja sin aliento
desde que me pusieron en la calle
por no seguir doblándome bajo su yunta.
4 comentarios:
Al menos, la certeza de saber que más de cinco millones de españoles sabemos exactamente de qué hablas, y compartimos los mismos escozores. Ánimo. Después del invierno, siempre rompe la primavera.
I.Matute
Gracias Inés, bonita. Besos.
No suelo comentar sobre poesía, no porque no me guste, es que siempre tengo la impresión de que no alcanzo a entenderla, pero ¡vaya! en este caso sí, sí que lo he entendido y comprendido, y sé lo que estás expresando.
Besitos
si pues los versos nos suirven de mucha ayuda sobre todo cuando quiere esconderse ahi donde no le encuentren escondido (a) en medio de lo que no se escribe y que es lo que al final siempre somos y no podemos escribir... un saludo desde el Perú chvre el blog...
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