
Confusa en cuanto al término FELICIDAD, con el que tantos años se me llenaba la boca sin saber que el decorado era de cartón piedra, sí que me atrevo a enviaros mis muy buenos deseos para 2010: que vengan días sorprendentes y hermosos, aventuras que os hagan sentir vivos y emociones que os conmuevan por dentro y por fuera.
El último poema del año (quizás)
Sobrevolando el batido de nubes,
esponjada de vino blanco,
pensando en la satisfacción
de hacer lo que me da la gana,
alivia por lo extraodinario
no echar en falta nada,
confiar en la brújula propia
como si hubiésemos nacido sabiéndolo
y sólo fuera necesario abrir las alas.