Desde adentro germina un canto amplio
y se ondea, se ondea, se hace lírica
y se muere matando.
De esta masa se ha levado la rabia,
de este cante flamenco se han llenado las minas,
las botellas de vino,
la poesía.
Este seguramente es
el olor del tacón extrayendo la chispa a la madera
con todos sus sindientes
y sus barbillas pobres
y su hambre gritona y dolorida.
Muerde la noche los talones
y se enfurecen las guitarras.
Canta, niño, canta y despierta a los muertos,
reclama su memoria, crecida, ingobernable,
desata la tormenta en todas sus salivas.
2 comentarios:
Lo disfruté, Inma. Soy Raquel, aunque "angelurbano" por aquí, pero sin alitas, ni corona como tú, jaja.
Cuánta pasión, la vida triunfando sobre la muerte, cantando y bailando, gravemente.
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