La enfermedad carece de lógica. El sufrimiento no tiene validez compensatoria. Los días y las noches son fractales que se repiten como una pesadilla interminable, como las nubes, las tormentas, el dibujo de los helechos.
Tanto palabreo, cosas que leo sin entender, diagnósticos, batas verdes, guantes, tanto desinfectante y su cuerpo pequeño, resistiendo lo irresistible, los ojos de mi padre buscando los nombres que se le escapan, haciendo las preguntas esenciales, comiendo yogures de limón y arañando los rastros de oxígeno.
Nos damos la mano, me aprieta. Recuerdo una noche de hace poco o mucho, no sé, una de estas noches irreales en la UCI, en la que le pedí, por favor, que me la volviese a apretar. Él, entonces, dormía muy lejos de mi voz, por suerte no apreció mi falta de convicción, mi desconsuelo, mi mezquina desesperanza, el miedo.
Escribir todo esto resulta ahora tan pueril como cocinar, doblar la ropa o abrir un libro.
No obstante sé que tengo que seguir nadando. Lo sé porque no me dejáis que lo olvide, lo sé porque no soy la que peor lo está pasando, lo sé porque aún van a hacer falta bastantes empujones y es imprescinble que reunamos las fuerzas suficientes.
Hay mucho amor encima de la mesa, esto tampoco hay que olvidarlo.
9 comentarios:
Luna, ánimos, al fondo del túnel hay una luz...
cuéntame qué te pasa, déjame levantarte, déjame darte un beso...
y curarte
(Vivamos de corrido, sin hacer poesía, aunque no esté de moda en estos días)
Las salas de los hospitales son siempre frías y distantes,la enfermedad por liviana que sea lleva dolor. Refugiate en las voces, las caricias, las miradas.
Mucho ánimo.
Besos
Muchos muchos ánimos.
Lo siento. Siento lo que te pasa. Te abrazo.
Sorprendente cómo vivimos por amor el dolor, cómo experimentamos lo humano en las más oscuras dimensiones. La enfermedad, la debilidad, ese carácter efímero de nuestras maravillas, nos hacen más fuertes, nos comunican los secretos.
Un abrazo.
yo a veces siento que no queda mar para nadar. creo que ya hemos navegado todos los océanos y no tenemos nada que explorar. no hay oxígeno en el agua, ni en la primavera, ni en sus pulmones. a veces, hasta mi jardín huele a hospital. pero entonces llegas tú y me inyectas la vida que me falta. llega mi oxígeno y mi ternura. contigo llega gran parte de lo que necesito
la tata
No hay palabras que yo pueda decir. Sólo silencio. Sólo mi presencia en un recuerdo que no tiene espacio ahora, no debe tener lugar.
Siento tus palabras como una muesca en mi rutina, esa comezón que no cesa, otro día que pesa.
Apretar fuerte su mano, mirarle con el cariño que tanto necesita...
acompañarle
Una sonrisa
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