Sólo aparentemente lo que ves de mí aquí y ahora es lo que soy aquí y ahora.
sábado, 2 de octubre de 2010
Las trampas de la luz
Esta mañana, o la mañana de ayer, no estoy segura, el cielo me dio los buenos días con este colorido. La belleza inusual de mi paisaje, con tonos desacostumbrados, chispazos en las flores y extraña luz de luna me resultó conmovedora.
Estaba haciendoos esta foto, para ponerla aquí como quien la regala, cuando un hombre me invitó a acompañarle hasta el alto despacho desde el que el cielo se olía más cerca. Subimos y, al llegar, la luz había cambiado tornándolo todo evidente: los suelos moteados, las mujeres y hombres del jardín malherido de la desorientación, el perro ajeno, la rueda del coche en el bordillo, la tristeza regada de la jardinera.
Le di las gracias con la cabeza gacha y masticando la palabra efímero mientras llamaba al ascensor.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
6 comentarios:
El colorido, cielo, lo llevas tú en el corazón. Que nadie lo pinte de gris.
el mismo cielo que cuando vivia en vallecas, hermoso.
besazos
No existen dos segundos iguales, no existen dos miradas iguales. Y me encanta :)
Besos!
Es tan breve el amanecer que hay que hacer eso, guardarlo como un regalo. ¿Sabes? Se parece a los crepúsculos desde la Universidad en la Ciudad de México.
Me gustó mucho.
Qué maravilla de cielo y de palabras! Gracias!
Coco, colores, dame colores, que decía la canción. Procuro no perderlos pero a ratos se me despintan. Muas.
Lucas, los cielos periféricos se encargan a veces de camuflar fealdades. Más besazos pa ti.
Lagarto, por eso hay tantos momentos que atesorar. Lo dicho ;)
Furtiva, conozco el DF y sus cielos, mmmmm. Besos.
Libertad, qué alegría verte por aquí. Requetemuas.
Publicar un comentario