Habremos de salvarnos de algún modo
del dolor agrietado
de los muros resecos
de la falta de oxígeno
del desamor y el hábito onanista
de arañarnos el párpado.
Oscura y silenciosa
la almohada se calienta
con este pensamiento voraz
insatisfecho, estéril
de culebra y migraña
de desaliento y ruina.
Otra vez el insomnio puntiagudo
con su cara de ausencia
su eco redundante
el paisaje infecundo de las horas vacías.
del dolor agrietado
de los muros resecos
de la falta de oxígeno
del desamor y el hábito onanista
de arañarnos el párpado.
Oscura y silenciosa
la almohada se calienta
con este pensamiento voraz
insatisfecho, estéril
de culebra y migraña
de desaliento y ruina.
Otra vez el insomnio puntiagudo
con su cara de ausencia
su eco redundante
el paisaje infecundo de las horas vacías.
2 comentarios:
Ains, yo también :(
Si pudiéramos charlar a las cuatro de la mañana...
Peor los sueños que se deslizan hacia la conocida pesadilla, verosimil, hiperrealista casi y cuando me despierto no sólo el monstruo sigue allí sino esta realidad...
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