Me levanto con ganas de comer fresas, pero no tengo. Espero a mi hermana que viene a desayunar, y para aliviar mi ansiedad de café paso la aspiradora. También por las habitaciones vacías, las frías, las que no tienen sembrado el suelo y no crían pelusas.
La casa está en silencio, salvo por el motor del aparato. Apenas hay pelos por el piso, no hay perra, no hay hija.
Mi hermana llega tarde y tiene prisa, sorbe su zumo y apenas cuenta nada que se pueda mojar en el café. Podría parecer un escenario triste porque, además poco después me voy a la oficina del INEM a rellenar unos papeles en los que me parece que pone algo así como que ya me pueden dar mucho por saco. Luego voy a la compra, con mi carro, compro jamón de york y queso fresco y compro berenjenas y unas fresas enormes, rojas y ácidas. Estoy a dieta y como poca cosa sin pan y sin aliño. Sigue sonando triste, quizá por el silencio o la ausencia de salsa. No tengo ganas de llorar. Con los años he aprendido a contradecir a las circunstancias. Meriendo fresas, corazones carnosos y frutales, hablo de libros y ordeno los papeles que se han acumulado, llenos de trazos y palabras a medias, mordisqueadas. No tengo frío y ya no me dan grima los chirridos. Me mira la mujer del surtidor de lágrimas como si no me comprendiera. Le sonrío, ella también tendría que saberlo. La elasticidad es una cualidad fundamental para la resistencia.
La casa está en silencio, salvo por el motor del aparato. Apenas hay pelos por el piso, no hay perra, no hay hija.
Mi hermana llega tarde y tiene prisa, sorbe su zumo y apenas cuenta nada que se pueda mojar en el café. Podría parecer un escenario triste porque, además poco después me voy a la oficina del INEM a rellenar unos papeles en los que me parece que pone algo así como que ya me pueden dar mucho por saco. Luego voy a la compra, con mi carro, compro jamón de york y queso fresco y compro berenjenas y unas fresas enormes, rojas y ácidas. Estoy a dieta y como poca cosa sin pan y sin aliño. Sigue sonando triste, quizá por el silencio o la ausencia de salsa. No tengo ganas de llorar. Con los años he aprendido a contradecir a las circunstancias. Meriendo fresas, corazones carnosos y frutales, hablo de libros y ordeno los papeles que se han acumulado, llenos de trazos y palabras a medias, mordisqueadas. No tengo frío y ya no me dan grima los chirridos. Me mira la mujer del surtidor de lágrimas como si no me comprendiera. Le sonrío, ella también tendría que saberlo. La elasticidad es una cualidad fundamental para la resistencia.
4 comentarios:
Ya verás Inma, cómo con los años se contradicen las circunstancias, que dices. Puf.
Yo, ayer -con dos cafés en el cuerpo, eso sí- acabé maldiciendo a la informática.
Haz eso, deja las contradicciones aparte y dale al "mono" del café.
¿Por qué me instalado en tu blog? No lo sé.
Fran
Hola Fran, ponte cómodo, no maldigas ni a la informática. Más que apartarte de las contradicciones, procura contradecirlas, así se descolocan, no están habituadas a que nadie les lleve la contraria. Besos.
Desde hoy trabajaré mi elasticidad. Gracias Inma, disfruto con tu blog.
Suena bastante estándar, pero esta película se convirtió en un fenómeno cultural por varias razones.
https://1001proverbio.org/5-animes-para-ver-con-la-familia/
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