Esto somos, cosecha. Y somos Luna. Y somos recorrido, salto, truque de vínculos y vida. Y somos brazos que se van extendiendo en cadenas humanas de las que inevitablemente somos particular y preciso eslabón. Mi nieto ha nacido con la luna hermosa y amarilla de la cosecha, arrimado al equinoccio de otoño, ¿y qué más da? Es cierto. Lo que digo. De cualquier forma éramos fruto de esta cierta inconsciencia de prolongar el vértigo y el miedo, la pasión y el amor en otra vida. Nace un pequeño que cambia lo que éramos, lo que yo era y lo que eran sus padres antes de él. Lo que era mi hijo. Ahora, este quererle, a través de él, es tan nuevo y tan raro, que tengo que aprenderlo y es tan emocionante como una construcción sin planos, igual de sorprendente y de arriesgada. Tanta fragilidad también asusta.
Miro a Lucas, tenemos mucho que reconocernos aún en esta magia.
3 comentarios:
Hijo soy de mi hijo. Él me rehace.
(JOSÉ MARTÍ)
¡Qué hermoso recibes esta alegría de vida! Me has emocionado.
Enhorabuena y besos.
Mi Ima es abuela? ¡¡No me lo puedo creer!! Felicidades, todas!! Te robo el post para Agitadoras.com, porque tu alegría es contagiosa.
Inés Matute
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