- Jaime... ¿Quieres hablar de lo que pasó? - ¡¿De qué?! ¡¿Del puñetero bar?! - Jaime, no te cabrees... ¿Cómo está tu hermano? - ... Bien... - Dile que me llame... Yo... la verdad es que no me atrevo... - Bien... - Dale el recado, ¿vale? - ... Sí... - ... Jaime... siéntate, vamos a hablar... - Puedo hablar desde aquí... - ... Vale... Jaime, ¿Qué nos pasa? Jaime se arrodilló frente a mí, como si mis palabras le hubiera hecho el mismo efecto que un conjuro. Me tomó de la mano. La apreté sacando fuerzas de donde no habían, no le hubiera soltado nunca... Señor, ¿por qué le solté?... - Nidia... esto es imposible... - Jaime... - Ya no por los años... Mierda, ¡¿Qué son doce años?! Nidia... Ni física... ni mentalmente... tienes dieciséis años, eso que se te quede... - Pero a la hora de la verdad... tengo dieciséis años... - Ven aquí...
3 comentarios:
Yo soy más de la opinión de que las infinitas posibilidades están en el llenado.
Claro, querido amigo, pero para llenar es preciso contar primero con algún vacío. En el fondo, se trata de lo mismo.
- Jaime... ¿Quieres hablar de lo que pasó?
- ¡¿De qué?! ¡¿Del puñetero bar?!
- Jaime, no te cabrees... ¿Cómo está tu hermano?
- ... Bien...
- Dile que me llame... Yo... la verdad es que no me atrevo...
- Bien...
- Dale el recado, ¿vale?
- ... Sí...
- ... Jaime... siéntate, vamos a hablar...
- Puedo hablar desde aquí...
- ... Vale... Jaime, ¿Qué nos pasa?
Jaime se arrodilló frente a mí, como si mis palabras le hubiera hecho el mismo efecto que un conjuro. Me tomó de la mano. La apreté sacando fuerzas de donde no habían, no le hubiera soltado nunca... Señor, ¿por qué le solté?...
- Nidia... esto es imposible...
- Jaime...
- Ya no por los años... Mierda, ¡¿Qué son doce años?! Nidia... Ni física... ni mentalmente... tienes dieciséis años, eso que se te quede...
- Pero a la hora de la verdad... tengo dieciséis años...
- Ven aquí...
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