Foto de Ángel Muñoz

martes, 8 de julio de 2008

En la bola

Lo he sacado de la barra del bar y nos hemos tomado un café cerveza. Contando, contando sobre los matices, sobre las búsquedas, sobre las ubicaciones y las goteras mal selladas, cada uno tiene quien le pise sus callos. Dice que soy complicada y, a ratos, poniéndose muy serio, dice, creo que te entiendo, creo que te entiendo... Me río y se mosquea, dice que siempre le estoy vacilando, no es cierto, es sólo que me hace gracia la carita inocente con la que sabe escuchar. Dice que soy lista pero no sé sumar dos y dos, que la cosa está floja, así en general, pues yo no pienso pagar este café, ni se me ocurre. Este café se paga solo, es una café en el que se disuelven tonterías y se cuida la tarde. Dice que me merezco caminar con Sean Penn Hacia rutas salvajes pero leo en alguna parte que buscando, buscando, Penn llega incluso a alcanzar un estado de beatitud espiritual. Me parece que yo conduzco por otra carretera. A lo que iba, que las cosas cambian tanto de color a lo largo del día..., que se me van poniendo los ojos como platos de sorpresa, de alucine, de miedo (de acojone, más bien), de mimitos, de achuchón, de líneas que rebosan corazones... Menos mal, menos mal que todo es fascinante y miserable...
Uno está siempre en el centro exacto de lo que le pasa, así puede mirar alrededor y marearse a gusto.

3 comentarios:

Jesus dijo...

si, todo es fascinante y miserable...

sigo leyendote....

Brisuón Çafrén dijo...

¿Fascinante y miserable es lo mismo que miserable y fascinante?

Inma Luna dijo...

Según se mire. Tú gira y aprecia.