
Se miró en el espejo. Tenía arrugas, granos y vello en el bigote. Alarmada corrió al ordenador. La versión gratuita de photoshop había caducado.
Sólo aparentemente lo que ves de mí aquí y ahora es lo que soy aquí y ahora.

Así, como se nos ve, como si estuviésemos en la salita de casa. Bien acompañadas, las que queremos vivir del cuento, bien rodeadas las mujeres cuentistas, de mujeres y hombres que gustan de escuchar y de saborear. ¿El sexo importa?, preguntaba alguien. El sexo siempre importa, respondía yo. Pero... ¿tiene sexo la palabra?, ¿son femeninas, masculinas, las historias? Cuéntame un cuento y verás qué contenta...




