Podría haber sido de otra manera. Podrían haberse juntado un grupo de cuarentones desconocidos para ver quién la tenía más larga. Para ver qué habían sido capaces de acumular a lo largo de 25 años de maduración. Podría haber sido una horterada, con ponche y elección de los reyes del baile, o una terapia de nostálgicos trasnochados moqueando al ritmo de Spandau Ballet y buscando la celulitis y la calvicie en los cuerpos ajenos...
Fue, sin embargo, una carga de emoción esparciéndose en forma de abrazos, recuerdos, risas, cervezas y cariño. Se removieron las memorias, se desvelaron los terribles secretos que los años han vuelto inocentes: robar exámenes, llenar de besos los azulejos de los baños, verles las tetas a las chicas, fumarse un porro...
Todos hemos dejado sueños por el camino, hemos tomado decisiones erróneas y otras que nos han hecho felices. Hemos pasado los 40 y miramos ahora a ambos lados del río. Hemos envejecido lo suficiente para estar donde estamos.
Anoche todos éramos adolescentes pasados por el tiempo y su desigual modo de repartir la suerte, pero pusimos algo mágico en el cajón de los buenos deseos, sin mayor interés que el de acercar las manos.
Puede que haya otras..., pero no podrán ser mejores que ésta.
1 comentario:
gracias por tu dedicatoria y tu presencia,
reencuentro gustoso.
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