Foto de Ángel Muñoz

lunes, 11 de febrero de 2008

Vengo de la calle

Hermanitas y gato santo, de Esther Limones
Reaparezco una vez más salvada y agotada. Acabo de regalarme unos cuadros de mujeres perversas, con algunas serpientes en las manos, manzanas y sonrisas salvajes y malignas. Venía yo caminando por entre las tiendas y unos bares de color blanco con grandes pantallas de fútbol. Me he asomado a la ventana donde estaban esas chicas, exhibiendo sus trajes de gitana, sus tetas rosas, sus gatos santificados, sus pájaros heridos de muerte y algunos contratos mercenarios negociados en corralas.
Todo mala vida, todo gusto infernal y sabor a desnudo.
El conserje me mira levantando la vista del sudoku y piensa, se nota por las gafas, que todas somos iguales.
Cuando estoy agitada, el mundo es un estímulo constante.

3 comentarios:

Brisuón Çafrén dijo...

¿Lee el pensamiento?
¿Solo por las gafas sabe usted lo que piensa el conserje?

Así no me extraña que el mundo se convierta en un aluvión de estímulos.

Saludos vecinos

Inma Luna dijo...

Una que, ya se puede usted imaginar, es muy osada...

libertad dijo...

jajaja...un aluvión de estímulos, desde luego.