Emprender un camino que ya se ha recorrido de una forma distinta. Un camino que va a un lugar en el que estarás tú, que ahora eres otro, que ahora adoptas una forma distinta, distinta en mis ojos, en mí. Hemos quedado allí, donde nada sabíamos de nosotros, donde nosotros no existía. Donde eras tú, era yo, éramos lo que no nos conocíamos. Entre un avión que te traía y un tren que me llevaba nos partió un rayo y nos hizo trocitos muy pequeños que no querían más que revolverse.
Celebraremos una gran fiesta, pondremos una placa en el lugar exacto donde nos abrazamos y nadie se enterará de nada, como si fuésemos un todo transparente que vuelve a sus orígenes, como si aún lloviera luz sobre nosotros y el mundo –la estación- se quedase cegado de momento.
Te pondré entre mi lengua y el paladar para que explotes allí como una uva y la boca y la vida me sepan a ti para siempre.
4 comentarios:
Me encanta como cuentas las cosas. El día que las entienda, ya será la reostia. En fín.
si es que cuando llueve la luz y nos empapa......
Amiga querida:
Acabo de leer la reseña que de tu poemario El círculo de Newton apareció en el suplemento de La Opinión de Tenerife. No cabe duda que, como dices, la poesía, cuando sale a la luz, ya se nos hace ajena. Es inmensa la variedad de interpretaciones que se pueden generar en torno a una propuesta literaria y eso, finalmente, es maravilloso. De nuevo te felicito por ese hermoso libro, el cual disfruté con cierta tristeza al avanzar cada página, pues no quería que se acabara. Mil besos.
El mismo sabor para toda la vida...?
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