Hace algunos años en Santander, por casualidades de la vida, conocí a Pilar del Río y a José Saramgo. Todavía recuerdo mi sensación cuando me encontraba junto a ellos, conversando sobre los hijos, las mujeres, el periodismo y la literatura. Me costaba trabajo concentrarme en lo que Saramago decía porque quería retenerlo todo, absorberlo todo, pero en mi cabeza escuchaba un soniquete absurdo que decía algo así como: es Saramago, estás hablando con Saramago, te está hablando Saramago... Glups!
Pilar es una mujer de esas que me encantan. Coincidíamos como público en una mesa redonda sobre medios de comunicación o algo así y tuvimos opiniones prácticamente idénticas en nuestras intervenciones así que en los pasillos enseguida nos juntamos para seguir hablando. Luego me enteré de quién era, me presentó a José y así seguimos charlando en la terraza de la Menéndez Pelayo mirando al mar. Intercambiamos los mails y nos mantuvimos en contacto.
Nos encontramos de nuevo alguna vez en sus viajes a Madrid. Una de esas veces, en la Feria del Libro de Madrid, volvíamos a casa en coche cuando empezó a llover (siempre llueve en la Feria del Libro), Pilar y José cruzaban en ese momento el paso de peatones y nos dijeron que si les podíamos acercar a su casa porque no encontraban taxi. Así que eso, que Saramago y Pilar en mi coche, que otra cosa increíble de esas que no te crees que te puedan pasar.
Hace unos días recibí un mail de Pilar invitándome a la presentación en Ocho y Medio del Diario de rodaje de A ciegas. Además de Saramago estaría también Fernando Meirelles, el director del jardinero fiel que me revolvió tanto que fue culpable del tono de la primera parte de mi Círculo de Newton.
Meirelles habló con humildad de su adaptación del Ensayo sobre la ceguera, charlé un poco con él y es de los que te escuchan, se ríen con la boca y con los ojos y te regalan sus angustias como un chorro de vida.
Él repara y habla con calma sabia. Dice que la película le parece algo suyo y eso es decir mucho.
Se acerca una mujer a saludarle: mire, yo no soy nadie especial. Saramago y su media sonrisa le responden: yo tampoco, señora, yo tampoco soy nadie especial.
No me importa dejar que algo de mitomanía me salga por los poros con estas cosas, con esta gente. Sentarme cerca de ellos, oír sus voces, hacerles fotos. No me importa. Busco algo de contagio, algo que me salpique de sus visiones lúcidas y humanas. Me gusta codearme con según quién y sentirme pequeña pero privilegiada.
3 comentarios:
ya sabes el dicho... quien a buen arbol se arrima....
¡¡Pero cómo te entiendo¡¡
no me extraña...es que eso es tal privilegio, tan extraordinario! Gracias por seguir alimentando mi mitomanía
Besos!!!
el ensayo sobre la ceguera es una novela impresionante, desde luego. No sé si iré a ver la película, no quiero que me decepcione y se mezcle con todo lo que Saramago me ha dado con su novela. Porque tiene razón; si es doloroso no ver, ver que no se ve es aún peor.
Besos y suerte con el corto!
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