Vuelvo a casa tarde bajo la lluvia. Resueno. Alguien me llama desde la puerta de un café. Entro y sonrío porque traigo los ojos llenos de gente que pasa y mira y a mí me encanta mirar a los que pasan. Mis piernas han cruzado el puente antes de proponérmelo y se diluyen. Me voy temprano, tengo cosas que hacer. Entro en mi casa y observo la puerta desde dentro, con su mensaje en letras rojas, y creo que cerrarla es un acto lo suficientemente inútil como para replanteárselo. Mañana tengo que sacar más vida a las calles mojadas para que se refresquen mis talones. Me da la sensación de que me falta riego.
2 comentarios:
¿Es la torre del oro?
Es.
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