Escribí esto el día 7 de abril. La semana pasada, mientras estaba trabajando, aparece en la puerta de la redacción alguien que pregunta por mí. Alargo el cuello por encima del ordenador y me encuentro con Dani. Sí, sí, el tal Dani, un chico que realmente no existe y pregunta por mí. Le digo que pase y me invita a su cumpleaños, me regala un neceser con un jaboncillo y una esponja dentro. No doy crédito, me huelo disimuladamente las axilas, por si acaso. Junto a la esponja está la invitación, firmada por el centro comercial, en la que me aseguran que en el imaginario “cumple” habrá tortilla de patatas hecha por la imaginada madre de Dani, justo esa que en mi relato lloraba compungida el desdén de su hijo. No doy crédito pero voy al cumple. Necesito saber algo más.
En la casa transparente Dani parece divertirse y son sólo las 11 de la mañana. Se ríe y juguetea con sus atrezzoamigas vestidas de hawaianas para la ocasión. Nos sentamos los dos en su sillón de Bo Concept, su ropa creo que es de Quicksilver, quizá de RipCurl. Intento saber quién es, le hablo de mí, a ver si así… Pero nada, está bien aleccionado. Sólo me contesta Dani el personaje. No sé cómo se llama ese muchacho con gorro de paja que tengo frente a mí, no sé cuántos años tiene aunque se supone que cumple 20, no sé cuál es su vida, él tampoco. Dice que está contento de vivir en un centro comercial, le pregunto si ha leído La Caverna, dice que no pero parece interesado, ¿él o Dani? Ni idea. Me turba esta sensación de conversar con alguien inventado, con el producto de una campaña publicitaria. Dice que duerme ahí en ese mismo sillón en el que estamos hablando, que ha hecho nuevos amigos, que la vida es tranquila y sencilla, que “aquí hay de todo”. No sé lo que piensa, no sé lo que siente, no sé lo que miente. Me inquieta. Me levanto a por algo de beber. Entre los falsos invitados me hago un hueco para buscar un trozo de tortilla maternal. No hay. Me invade una extraña tristeza. Dani se ríe a carcajadas. Todos se ríen, bailan y soplan una tarta gigante de chocolate que brilla como un espejo. Desconcertada, veo caer sobre mí una lluvia de confeti, me han puesto un collar de papelillo azul, ¡aloha, aloha! ¿Dani, quién eres, hay alguien ahí adentro?
3 comentarios:
¡Qué difícil es, a veces, separar la ficción de la realidad!
¿Nos veremos en Béjar? ;-)
Besitos.
Claro guapa, claro que nos vemos!!!
menuda experiencia! menudas sensaciones!
estoy tan rara que no me importaría nada convertirme un tiempo en una Dani, pero tú ya sabrías algo de mis tripas y de lo que mentiría...
VERIFICACIÓN DE PALABRA: othrom
me manda últimamente mi blog mensajes encriptados o soy yo que veo señales donde no las hay?
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