El caballo está desnudo.
(Clarice Lispector)
No hay posibilidad de adorno. Llega un momento en el que estás desarropada. Del todo. No hay bridas, riendas, correajes, frenos. Llega un momento de purísimo galope, sin compostura. Este es el instante peligroso y el más ansiado.
El caballo está desnudo.
Es todo despojamiento.
Me quedé donde nada me salva. Al inicio de la historia. Sé con lo que cuento. No quiero caricias en el lomo. Quiero vida, luz. Quiero que me descubras. Alquilar ese coche desde Venecia a Zagreb. Que me des besos en la tripa. Que me azotes el muslo para que eche a correr.
Foto: Flickr
6 comentarios:
¡Hola! Jo, no sé qué me pasa, me he olvidado de quién soy. Quería comentarte que esa tripa debe de estar muy rica.
Me pasaría la vida frotando la nariz en ella.
También es verdad que escribes muy bien. Amo ese carácter que le insuflas a tus letras.
Te mando mimitos anónimos.
Como si tú hubieses tenido riendas alguna vez... que no, que no.
Madre mía que versos más intensos los de la Lispector. La adoro
Anónimo, los mimitos siempre son de agradecer aunque no sepas qué corazón te los proporciona.
Amélie, crees que no? A veces nos ciñen tanto tiempo las circunstancias que creemos que ese es el modo normal de respirar.
Nuria, intensidad pura.
Besos.
Creo que no es un corazón muy malo... Y sabía además que serías agradecida para con esos mis mimitos.
Creí haber dejado un comentario en este post. La Lispector jamás me deja indiferente. Debo de haber sufrido un déjà vu.
Besos orgiásticos
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