Dice su madre que quiso darles carrera y que, mira por dónde, los dos han terminado entre el olor de la cocina y el comedor. Lo comprendo bien. El aroma que nos embriaga los años de la infancia penetra muchas veces más de lo que se intuye y ahí se queda, y sale a flote cuando menos lo esperas.
Berto y Chiqui se quedan con su madre y hacen de Casa Pepe mi segunda casa favorita de Bajamar.
Asomarte a esa cocina es ver el alma de su arte, el cuidado que proporcionan a cada uno de los ingredientes, como si fuesen piezas de coleccionista, con idéntico mimo. Allí está Berto, imaginando, creando, dándole el toque exquisito a las recetas que conoce de siempre, inventando las nuevas, perfeccionando lo clásico y buscando la alternativa.
Te sientas en la mesa, con un cuadro de mar que te salpica, y Chiqui es quien se encarga de contarte una carta que cambia de sabores con los días y describe los perfumes del vino de tal forma que apenas hace falta que los pruebes para darlos por buenos.
Carpaccio de salmón al té negro, magret de pato, pescados frescos, algún guisito de esos que saben a familia, la embriagadora sopa de melón con crujiente de jamón, el timbal de verduritas con queso…, son sólo algunos de los platos que mi paladar recuerda con deleite.
El remate de los mimos de Casa Pepe son, sin duda, sus postres, exquisitos sorbetes naturales con espuma de yogur o unas natillas libanesas, con frutos secos y esa pizca salada que hace brillar la punta de la lengua, los rastros de la pimienta rosa sobre las dulces sopitas, que sorprenden el gusto…, en fin, un regalo de la sabiduría culinaria al que ya soy adicta.
Llegar a Casa Pepe es llegar al lugar que nos espera y sentarte en su orilla.
Es nuestro sitio especial y especial es un adjetivo irrebatible.
5 comentarios:
Agua, en toda la boca...
Y ya que te pones, di la dirección mi niña...;-)
Besico liquido
Je, qué razón tienes trovador, es que a veces soy muy mía pa mis cosas. Enlazado queda.
Besitos.
Yo no sé qué os pasa a todos que no paráis de ponerme los pelos de punta de tanta envidia. La próxima vez que vaya a Tenerife no me pierdo esa cocina.
¡Y yo aquí a veros a todos pasarlo chachi piruli!
La boquita hecha agua...
Besazos.
No sé, esos pimientos me han parecido muy eróticos. Tendré que psicoanalizarlo :)
Besos.
Je, no me extraña Sr. Lagarto, es que la foto es mía.
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