El arte es un misterio y a veces el artista es el más sorprendido por esta magia. No se sabe cómo ni dónde aparece la genialidad pero hay quien es tocado por esa maravilla aunque intente esconderse. Entrevisté hace poco a Juan Calles, un fotógrafo ya mayor cuyos negativos se están recuperando. Hoy se inaugura una exposición con una parte pequeñísima de su obra (1960-1975) en la Sala Antonio Machado, de Leganés, y también se ha editado un libro con las fotografías. Mi querido Rafa Martín ha tenido mucho que ver en este asunto, revisando y seleccionando entre miles de negativos hasta darle coherencia al conjunto.
Juan Calles tiene la aguda visión del fotógrafo artista, sabe captar momentos raros y ha hecho fotos en una época en la que nadie las hacía, al menos en un pequeño pueblo rodeado de huertas como era entonces Leganés. Él mismo no era más que un trabajador agrícola que se ocupaba de las tierras de otros. Su novia le regaló una cámara, según me contaba él, le compró en el Corte Inglés, "como si le hubiera dado por comprar un par de zapatos". Luego tuvo un problema de lumbares y el médico le dijo que dejara la azada. Se puso a trabajar en una fábrica y otra vez el destino le llevó, sin que él moviera un dedo, hasta el laboratorio fotográfico de la empresa. Era lo que tenía que hacer: fotos. Aún hoy no es consciente de la magnitud de su obra, de la visión inédita que captan sus instantáneas. De lo que más orgulloso se mostró durante la entrevista es de lo bien que ataba los manojos de puerros en la huerta "era la envidia de todos", dice. Yo me sorprendo del artista que hay dentro de ese hombre, de lo que era capaz de ver con los mágicos ojos del arte y, desde luego, le agradezco a su novia que no le regalara unos zapatos.
Dejo aquí tres fotos suyas, un retrato magnífico, una estampa religiosocampestre que se debe mirar con atención y una visita del gobernador civil bajo el rótulo de una zapatería que supo esquivar a la censura.
1 comentario:
genial lo del rótulo
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