No quiero evitarlo y ahora aprendo a pasar muy despacio entre cada una de las traviesas, por el camino de piedrecitas puntiagudas.
Duermo peor, es cierto.
Imagino un embudo metálico sobre mi cabeza, disfrazada de orate. Por su boca se cuelan las frases que dan vueltas por el techo del cuarto. Intento colocarlas, poner un poco de orden en esta carencia de argumento pero ellas se van descomponiendo y me dejan sólo palabras sueltas, gruesas, desencajadas, como cachos de vida, trozos de historia.
No quiero evitarlo.
Aprendo a conocer las sensaciones que se quedaron estancadas. Son esquivas pero estoy dispuesta, puedo enfrentarlas, mirar con los ojos abiertos en la oscuridad, permitir que atraviesen mis músculos y darle a cada cosa su lugar.
Ver todas mis caras.
Y lo que hay detrás.
3 comentarios:
Bellísima esta entrada. La he puesto en mi blog (espero que no te importe). Bienvenida al mundo bloguero.
Besazos
Me olvidé decirte, que te he linkeado en mi blog, al que estás invitada.
http//isabelhuete.blogspot.com
Ay, Isabel cómo me va a importar, todo lo contrario, es un placer encontrarte por aquí. Ahora mismo te linkeo yo también. Muchos besos.
Publicar un comentario