No es fácil distinguir lo hermoso de lo patético. La vida sabe manipular los decorados, situarnos en un punto en el que parezcamos abocados a percibir las cosas de una sola manera, sin posibilidad de escape. Pero siempre hay un giro que nos podemos permitir, un cierto alejamiento de lo obvio que nos hace ganar en perspectiva.
Anoche conducía con mi hija, íbamos como siempre cantando a voces, la llevaba a cenar a casa de su padre, la casa en la que yo ya no vivo. Cuando la dejé allí, en su puerta, miré de refilón la luz cálida que se filtraba por las ventanas y algún adorno navideño decorando la entrada. El reflujo de la tristeza parecía ya inevitable pero justo en el borde de admitirla me pregunté si de verdad me gustaría estar allí adentro, como el año pasado, y el anterior y el otro… Entonces pude continuar cantando, emancipada de lamentos, descansada y sin ningún dolor.
Mucho más tarde las circunstancias y la noche me llevaron a un barucho de barrio con olor a montado de lomo y ambientador de pino. Todos los personajes de esta insólita madrugada podríamos perfectamente haber sido tachados de patéticos por un superficial observador. El ajeno miraría a través de su primer enfoque y vería, entre otros, a una pareja de cincuentones, Mariano y Esperanza. Mariano lleva una camisa amarilla, con los tres primeros botones desabrochados y una cruz de oro colgando del cuello, sobre los pelos de su pecho. Mide un metro sesenta, si acaso, lleva unas gafas de broma de culo de vaso, saca un poco los dientes y baila, como si le fuera la vida en ello, una mezcla de flamenco, break dance y un toque de travolta.
Esperanza no tiene muchos dientes en la boca pero se ríe sin taparse la sonrisa con la mano. Se recoge la media melena canosa con una pinza grande de carey. Suda y baila, a veces cerca de su marido, a veces un poco más lejos. De vez en cuando se besan en la boca y beben sin parar y se dan de beber.
Si pudiese mirar un poco más, un poco más de cerca o un poquito apartado de lo evidente, vería en Mariano y Esperanza a dos adolescentes que se conocieron muy cerca de ese bar, que fumaron al tiempo sus primeros cigarros y se pasaban el humo de su boca a mi boca, que encontraron la fórmula para sobrevivir, así, juntitos, en el tercero C, sin ascensor, y que tuvieron una hija y ahora tienen un nieto. Vería que Mariano, con su metro sesenta y sus piernas escuálidas descarga frigoríficos durante diez horas al día y llega a su casa rompiendo los tabiques para acorralar a su mujer y besuquearla toda. Se ducha, se echa bien de colonia y le dice, Esperanza, vámonos a tomarnos un vinito en el bar. Y se toman un vino y unos wiskis y lo que se tercie y se ríen y se escapan así de cualquier soledad que le aceche y, si hay suerte, se pasan por el bar la hija y el nieto y regalan al niño un huevo kinder y le comen a besos.
Bailé unas cuantas rumbas con Mariano hasta que su Esperanza me miró de reojo, le cogió de la mano y ya no le soltó.
Es fácil confundirse y ver patético lo más hermoso.
6 comentarios:
totalmente de acuerdo en que la línea entre lo patético y lo hermoso es cada día más delgada. En estas fechas, te guste la Navidad o no, todo el mundo coincide en el incesante ir y venir de sentimientos encontrados, buenos y malos, dulces y amargos,... y es por eso por lo que yo adoro esta época, porque la mayor parte del día tengo los pelos de punta por un motivo u otro. Celebro que volvieras cantando en tu coche y sólo siento no haber estado allí para gritar contigo "it's raining man".
pd. en mi casa tambien se cuela una cálida luz por la ventana. ven cuando quieras. te quiero
la tata
Para distinguirlo hay que saber mantener la mirada... a veces lo patético persiste y duele, pero otras resplandece la sorpresa de lo hermoso.
Enhorabuena por estar ahí y gracias por contarlo. Besos
genial el tío de las neveras y su mujer.
Quien los vea patéticos, seguro que se ve hermoso en el espejo.
Davide Pronto
Claro, tata, ya sé que tu casa está siempre abierta y que tú lo vives todo con esa intensidad especial. Yo también te quiero.
Ana, gracias a ti, por mirar así de bien.
Davide, me alegro de que también tengas buena vista, gracias.
Enhorabuena por volverte cantando en tu coche. Hace mucho tiempo que te lo merecías. Como dice la de Lagonés......SE TE NOTA EN LA CARA.
Un beso muy fuerte.
La política.
Jajaja, Luz, gracias, a ver si además de cantar, nos vamos un día bailar al son del Jimmy. Besitos.
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